El mayor problema que preocupa hoy a los ciudadanos es la sanidad. No ya la pandemia, con toda su gravedad, lo que preocupa es el funcionamiento de los servicios sanitarios que ofrece hoy la sanidad pública. La salud, o mejor el miedo a enfermar, siempre ha causado preocupación e incertidumbre en las personas. Y más cuando la edad ya supone un incremento en esa angustia a lo desconocido. Pero todavía causa más ansiedad cuando a esa mayoría de edad le añadimos la epidémica preocupación de la soledad. Aquí ya se junta una serie de cusas efectos que convierten a la sanidad pública en un constante foco de conflicto.

La realidad es que los últimos movimientos producidos en la sanidad es todo un despropósito, un sin sentido. Esta nueva normalidad de recomendarle al enfermo "diagnostíquese usted, búsquese usted, si puede, las pruebas complementarias y si no le da resultado pues siéntese en su ordenador horas y horas hasta que consiga una cita para su médico de familia" para, con suerte, dentro de los quince o veinte días próximos. Luego si su patología requiere ser diagnosticada por un especialista pues le darán cita para un periodo comprendido entre tres y seis meses dependiendo de su patología. Eso sí, la primera cita para el especialista será telefónica. Esto es una realidad constatada empíricamente. Y esta nueva realidad, surgida de estos nuevos gobiernos autonómicos, es una auténtica barbaridad.

La Atención Primaria nació con una prioridad, "demanda de espera cero". Es la puerta de entrada para coger a tiempo una patología orgánica. No se puede esperar dos o tres semanas para que se hagan un diagnóstico de tu problema. Es una indecencia. Andalucía tiene, desde su transición política, una red de centros de salud comparable a la de mejor calidad del país. No hay un pueblo que no cuente con asistencia sanitaria pública en Andalucía. Esta es la herencia recibida por el actual gobierno andaluz. También la red hospitalaria es una realidad de eficacia y modernidad. Por lo tanto, ¿qué es lo que está pasando?

De acuerdo que la pandemia ha colapsado la sanidad pública. Pero las comunidades han recibido una buena transferencia económica del Gobierno central. Andalucía alrededor de tres mil millones, que tenía que haber invertido en la sanidad. ¿Dónde se ha invertido? No se sabe. Pero en sanidad, no. La pandemia sigue su curso y lo que queda. Pero la asistencia sanitaria no puede seguir soportando esta anómala situación. Ya podemos comprobar el crecimiento publicitario ofreciendo seguros sanitarios privados. Y la sanidad no puede funcionar como un negocio. No puede perseguirse el déficit cero. La concentración de alcaldes hace unos días en Cádiz exigiendo un refuerzo de la sanidad pública está llena de razones. Los alcaldes sufren el descontento de sus ciudadanos en su administración. Unos gobiernos locales que no tienen competencia alguna en la sanidad. La tienen en sus ciudades, pero no tienen ningún poder sobre ella. Una anomalía que se tiene que corregir en las competencias del municipio.

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