Hoy viernes la ciudad se dispone a hacer justicia a unos hombres buenos, que se dedicaban a trabajar por su pueblo, La Isla, y para los ciudadanos de su ciudad, elegidos democráticamente y que muchos pagaron con su vida y otros muchos con el destierro, la marginación, la indiferencia de sus paisanos e incluso de sus amigos, cuyo único pecado fue creer en la libertad y defender el régimen legalmente establecido. Han pasado 85 años en el olvido de su pueblo, escondidos en la memoria de sus familiares, invisibles para la ciudad por la que dieron su vida viviendo, desde donde se encuentren, la marginalidad, la indiferencia, a la que han sido sometido por un pueblo al que dedicaron su vida a trabajar por su bienestar.

Emilio Armengod Molina, Eladio Barbacil Romarín, Manuel Belizón Castillo, Eduardo Díaz Delgado, Antonio Ferrer Acosta, Marciano González Medina, José Lucas Velázquez, Juan Mantero Valero, Juan Moreno Cabezas, Eduardo Naranjo Gago, Antonio Pérez Heredia, Luis Ramos Laguna, Cayetano Roldán Moreno, Marcial Ruiz Pérez, Esteban Salamero Bernal, Carlos Urtubey Rebollo. A estos concejales se les arrebató su vida y quizás también a sus familias. También asistieron a la última sesión Inocencio Jiménez Enríquez del que no existe seguridad de su desaparición, Carlos Esteban Ares, José Quevedo Moreno, Juan Meléndez Prieto, Manuel Castejón Amores y Juan Collantes Garcés. Estos, excepto los dos últimos, tuvieron destierros y depuraciones. No son todos. Hay muchos más que no estuvieron en la Corporación pero que también merecen el reconocimiento de su pueblo. Muchos otros a los que se le quitó la vida, otros que fueron depurados, expulsados y encarcelados.

Se ha tardado mucho y creo sinceramente que la Transición no podrá ser completa mientras los que dieron su vida por su tierra, por su país, no tengan el merecido reconocimiento. Estas personas también han sido patriotas, han luchado por su país. No es cuestión de ideologías, ahora no es el momento. Debe ser un reconocimiento de todos los partidos políticos sin distinción a los que se deberían sumar todos los isleños. Es una necesidad y una obligación de la sociedad que tiene que asumir su pasado con todas las consecuencias. Dice Teodoro León Gross que "la memoria del reconocimiento es una de las señas de identidad que definen a las sociedades bien articuladas, que acaban siendo suyo el pasado colectivo, incluso desde la vieja discrepancia".

Quizás sea la casualidad la que ha querido unir las fiestas de Halloween, que celebra la muerte, con el reconocimiento del tributo que el pueblo de San Fernando quiere rendir a estos concejales de la última Corporación Republicana. Pero hoy, desde la nostalgia, desde el recuerdo, desde el dolor y la rabia, es un acto para la vida. Porque este homenaje, que hoy ofrece el pueblo de San Fernando a unos hombres que pusieron su granito de arena por la libertad y por lo que hoy tenemos, es devolverlos a la vida después de 85 años de oscuridad. Mi reconocimiento hacia ellos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios