Análisis

María González Forte

Entre el terrorismo y la insensatez

Duele. Duele siempre que sucumbe una víctima porque algún desgraciado le impide el derecho a pasear, el derecho a contemplar una ciudad nueva y preciosa como Barcelona, o el derecho a vivir en libertad. Duele más, saber que hay gente interesada en manipular con odio el corazón de algunos jóvenes y les hacen creer que serán héroes en vez de vulgares asesinos. Duele saber que hay países muy ricos, implicados en seguir manteniendo a líderes, especializados en captar a jóvenes desintegrados y desequilibrados, perdidos entre culturas tan distintas como son la de su país de procedencia y la nuestra, la europea. Duele saber que a cambio de sus crímenes, les ofrecen hacerse un hueco en esos cielos suyos, teñidos de sangre.

La promesa de un lugar preferente o la de no sé cuántas vírgenes jóvenes, dispuestas a servirles…porque las vírgenes de estos lugares prometidos, parece que no tienen voz ni voto, sellan sus cabezas, sus ojos y sus bocas. Dejan de recapacitar para obedecer. Serán meros instrumentos para esos criminales. ¡Qué horror!

No sé quién puede pensar que una chica joven con derecho a ser libre, a estudiar, a tener compañeros y amigos y, sobre todo a tomar decisiones y pensar por sí misma, pueda ser feliz en esos cielos rojos…o sí claro: los malditos demonios disfrazados de hombres santos que no son más que vulgares incitadores de asesinos.

La ley ha de ser implacable con ellos. Implacable. Pero nosotros no podemos, ni debemos transformarnos en jueces de sus acciones ni muchos menos en verdugos, porque si no, pasaría lo que ya he comentado otra vez, que nos estaríamos transformando en las personas que debemos erradicar.

Duele saber que muchos extranjeros serán culpados desde los silencios de cada cual, cuando han tenido que sufrir demasiado para llegar hasta aquí y conseguir vivir en paz en nuestro mundo plural.

Duele que haya, entre los cercanos a las víctimas, personas más preocupadas en sacar imágenes en sus móviles que en ayudarles. Son nuestros pecados modernos, pero es que hay tantos entre nosotros que desconocen cuanto de perverso e inmoral hay en esas acciones…

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