Análisis

Pedro G. Tuero

Sin sorpresas

Dos ciudades rotas, una ya partida por la mitad y la otra también. Sigo sin comprender el desastreEs hora ya de que los socialistas de entonces y de ahora dejen de una puñetera vez Andalucía

Dos ciudades sometidas -nuestra Isla y Chiclana- por esos intereses y desmanes que esta torticera Junta ha perpetrado. Que vendió y casi convenció a tantos de que ese deseo de progreso y mejora se llamaba tranvía. Un tren o tranvía fantasma que sólo ha engendrado desconciertos y cabreos. Que ya habrá enriquecido a algunos y propósito consumado. Un proyecto que tenía como fin persuadir a los alcaldes de entonces y que resultó bastante fácil. Unos intereses abocados y pactados para su ejecución bajo el profano manto del tal Zarrías, que para no perder esa idolatría que le profesaban sus paisanos, cambió la ruina de la fábrica de automóviles Santana por la fabricación de vagones de trenes. Dos ciudades rotas, una ya partida por la mitad y la otra también. Y sigo sin comprender este desastre, impuesto y asumido, que esos alcaldes de entonces aceptaron como panacea y con una ilusión desbocada, sin razones ni motivos, hipotecando a dos ciudades que sin ese artefacto ferroviario, hoy en día -sobre todo, La Isla- hubiesen salido a flote de este agitado mar que nos invade. No hacía falta ese fantasma sobre raíles, los esfuerzos que se han hecho y los que aguardan hubiesen servido para enderezar y promocionar otros asuntos más importantes.

Pero todo esto, que ya tenía hace años escrito y grabado en uno de mis cristales de este mi cierro, aún no ha pasado de moda. Sobre todo por esas llamadas pruebas -cuyo significado ya no tiene sentido- porque van tantas que no lo son. No veo ni noto sorpresas, con perdón de mi amigo y colega Arturo Rivera que así lo decía contrariamente el pasado jueves en este Diario, en los ciudadanos que lo veían pasar por nuestra calle Real, aunque sí es verdad que lo que han sentido esos isleños y chiclaneros ha sido la incredulidad.

Como tampoco hay sorpresas en lo que está ocurriendo en esta ya desasunada Junta después de las pasadas elecciones. Es hora ya de que los socialistas de entonces y de ahora dejen de una puñetera vez esta querida Andalucía. Que esta región de una vez esté en manos de otros y cambiemos el ritmo después de cuarenta años.

Una Chiclana y una Isla que ya lucen sus colgajos luminosos que anuncian la Navidad, menos en nuestra capital gaditana que aún parece que le queda bastante por colgarlos del todo. Sin sorpresa para esos gaditanos que no es de extrañar por el gobierno local que poseen.

Total, que nos encontramos en una situación política y de cotidiana vida que a nadie sorprende. Porque esto es lo que hay, sin saber cuándo y cómo todo esto cambiará. Y entonces sí habrá sorpresa verdadera. Esperemos que pronto; mi poco sorprendido e incrédulo lector.

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