La esquina del Gordo

Las sombras de las dudas

A estas alturas no hay fulano ni fulana que no tenga una lupa encima en las instituciones

Sí, hubo una película dirigida por Alfred Hitchcock en 1943, llamada La sombra de una duda. Bueno, bien, tuvo una buena acogida de crítica y público aunque este título no figure entre los éxitos más clamorosos del genio.

Pero ahora no se trata ni de hablar de cine ni de singularidades, sino de teatro político y de vulgaridades. Las sombras de las dudas son las consecuencias de las incapacidades de los troncos, troncas y sus respectivos partidos para crear ilusión entre el público de la sala y, peor, de sus votantes.

A medida que los ciudadanos se van desprendiendo de las ideologías cuando las comparan con los resultados reales que se obtienen de ellas, se les va cayendo la venda que les impedía ver la verdad desnuda de sus otrora venerados sumos sacerdotes, se resquebrajan las adhesiones inquebrantables y se escapan por el sumidero. El ocaso del fraude Sánchez, del que hoy se duda dentro de su propio partido de que sea socialista, es el resultado más evidente de que la gente está desengañada, harta hasta la náusea y que el conejo ido, como tantos, solo ha pretendido acaparar todo el poder durante el mayor tiempo que posible, hasta la desvergüenza. Sin embargo decir que con este sujeto peligra el socialismo no sería justo porque el socialismo está tocado del ala desde su implantación como doctrina, no porque sea utópica, sino porque jamás la han sabido entender los que han comido de ella.

Todo esto a pesar de que la jodida realidad es que se mire hacia donde se mire, el socialismo y lo demás hace tablas y no hay institución que esté libre de sospecha. Pero si tenemos presente que las instituciones están formadas por personas, a estas alturas no hay fulano ni fulana que no tenga una lupa encima, y ya era hora de que así fuera. El propio Felipe González ya ha dicho sobre las instituciones que el Resistente está degradándolas como nadie lo ha hecho hasta ahora; y lo dice él que fue el primero en poner en funcionamiento el ventilador de la mierda con sus Filesas y sus hadas madrinas.

Cuando se llega a la conclusión de que todo se basa en la manipulación del ciudadano de a pie; que las verdades oficiales no pasan de ser adormideras de conciencias; que solo se ponen sobre el tapete las vergüenzas del de enfrente y se callan con peregrinas excusas las propias; que no existen soluciones; que no hay talento -ni ganas- para deshacer la maraña de las impunidades; que al pobre contribuyente le importa poco que los delincuentes estén en la cárcel; que lo que le importa es que paguen todo lo que roban; que reconozcan sus manifiestas incompetencias, mire usted, maestro, esto no tendrá arreglo. Seguiremos en manos de intermediarios, habremos perdido la independencia y, lo que es peor, la ilusión para ser libres para defender nuestra dignidad.

Mientras no se rectifique y se avance sin sombras de dudas, seremos esclavos consentidos.

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