Análisis

Agustín Rosety Cózar

Sobre el señor Fernando Santiago

Hace unas semanas le comenté a mi padre si sabía que un tal Fernando Santiago estaba escribiendo barbaridades sobre él. "Eso me han dicho", me respondió sin darle demasiada importancia. "Me han contado que es un hombre que ha sufrido mucho en la vida y que está peleado con el mundo. Y que pone acaldo a mucha gente. Me preocuparía que no me criticase".

Por eso decidí esperar a que pasasen las elecciones. No quise darle tres cuartos al pregonero y dar publicidad a un periodista al que mi padre le daba tan poca relevancia. Así que ahora escribo con la satisfacción de saber que los gaditanos estarán dignamente representados por un viejo soldado que, a sus 72 años, prestará su último servicio a España.

Vox ha conseguido en Cádiz un resultado extraordinario. En total, más de 87.000 votos, lo que supone más de un 13% del total de los sufragios válidos emitidos, convirtiendo a la provincia de Cádiz en una de las que mejor resultado ha logrado Vox de toda España.

Parece que los artículos del señor Santiago han tenido poco impacto. Porque según el señor Santiago, el general Rosety es un golpista, un ambicioso, un trepa y un pesetero. Una persona sin escrúpulos que entra en política por pura vanidad y ambición personal.

Afortunadamente los gaditanos saben quién es Agustín Rosety Fernández de Castro. Conocen su intachable hoja de servicios y sus firmes convicciones democráticas, que ha demostrado durante 40 años de estricto respeto por el orden constitucional. Saben que es un militar ilustrado que ha completado su formación militar con estudios universitarios de Derecho y de Historia. Conocen que, lejos de ser un pesetero, ha trabajado gratuitamente para la Diócesis durante años. Y comprenden que ser diputado, lejos de ser una bicoca, supondrá muchos esfuerzos, preocupaciones, viajes y separaciones temporales de su querida esposa.

Los gaditanos saben también quién es Fernando Santiago. Y conocen su pésimo estilo, su gusto por difamar, por juntar medias verdades con mentiras completas y por utilizar su blog para señalar enemigos y fomentar la pública lapidación de ellos por parte de comentaristas amparados en el anonimato.

La forma de proceder del señor Santiago denigra la profesión del periodista. Me consta que muchos de sus compañeros de profesión están muy en desacuerdo con un estilo provocador y faltón, que va en contra de las más elementales normas deontológicas de la profesión.

El señor Santiago mezcla en sus artículos la información y la opinión. Además, la información que proporciona sobre la carrera militar y las actividades sociales del candidato de Vox contiene importantes inexactitudes, cuando no son en sí mismas burdas mentiras. Algo normal, ya que el señor Santiago no hace otra cosa que basarse en rumores y comentarios mal intencionados, que publica sin contrastar. En este caso, como en tantos otros, el periodista no se ha puesto en contacto con la persona afectada para obtener su propia versión de los hechos.

Estas inexactitudes no se ciñen exclusivamente al candidato sino también al ideario de la formación política, a la que califica reiteradamente de partido homófobo, machista, racista y xenófobo, sin aportar evidencia alguna que justifique sus exabruptos. En sus informaciones ha incluido mentiras deliberadas al decir, entre otras cosas, que Vox pretende implantar una dictadura en España o que justifica la violencia contra las mujeres.

Pero el señor Santiago no sólo ha demostrado ser un mal periodista. Su conducta también demuestra ser la de una mala persona. En su afán de provocar ha tenido la cobardía de criticar también a la esposa del candidato, la profesora Carmen Cózar Navarro, una respetada profesora de la Universidad de Cádiz que ha llegado a ser directora de la Real Academia Hispano Americana. La califica en sus escritos de Generala, dice que es de armas tomar e incluso tiene la desfachatez de decir que le está investigando personalmente.

Atacar de forma gratuita a una mujer por el hecho de ser la esposa de un candidato es un comportamiento intolerablemente machista que debería avergonzar a cualquier persona de bien.

La libertad de expresión y el derecho a la información son dos pilares fundamentales de nuestra democracia y los medios de comunicación cumplen una función esencial en nuestro estado de derecho. Por eso los ciudadanos merecemos contar con periodistas profesionales que trabajen con rigor y honestidad y cumplan las normas deontológicas de la profesión. El señor Fernando Santiago debería reflexionar sobre ello.

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