Alfonso Ussía en Antena 3
De San Hipólito, los ingleses y Minerva
El Día del Patrimonio invita a revisar los errores que distorsionan su interpretación
El Día del Patrimonio Mundial nos invita a volver la mirada hacia el nuestro: los grandes olvidos, las desafortunadas reconstrucciones, las demoliciones, y los abandonos. Pero también cómo la confusión y los errores nos han mal informado distorsionando su comprensión como auténticos fake news históricos. De esto ha habido bastante en la Isla y basta un paseo para encontrarnos con ejemplos de estos curiosos errores que el ingenuo e inocente desconocimiento ha fraguado a lo largo del tiempo, asentados y enraizados con tanta fuerza que han llegado a darse por ciertos.
Hace unos cincuenta años alguien dijo: "Hay que ver lo mal que habla la gente de La Isla que ha transformado el topónimo San Hipólito en Zaporito". Pero alguien en esa manera de hablar tan nuestra respondió: "De San Hipólito ná de ná". Este alguien se llamaba Pedro Martínez Chamorro. Él no solía hablar por hablar y aportó la documentación que demostraba que Juan Domingo Saporito, –un rico y noble genovés afincado en Cádiz–, se compró unos terrenos en La Isla de León en el año 1700, donde construyó un caño al que dio su nombre. Naturalmente enseguida los isleños lo nombraron de Zaporito con el ceceo propio del lugar. Más tarde Juan Domingo vendió estos terrenos a José Micón, quien construyó un molino de mareas sobre el caño del Zaporito, con lo cual al molino se le conoció también con este nombre. El trabajo de Martínez fue continuado y ampliado por su hija en varias publicaciones y un sin fin de artículos, charlas y conferencias que han tratado de aclarar el error hasta hoy.
Siguiendo nuestro paseo, recorremos el camino de la playa de la Casería hacia el Puente de Ureña y a la mitad nos encontramos con un recinto que conserva parte de su amurallado y su portada de gusto neoclásico en cuyo dintel luce una lápida de mármol en la que se puede leer 'Cementerio de los Ingleses'. Sin embargo, Miguel Ángel López Moreno en 2016 publicó su obra Un camposanto sin epitafios, donde demuestra documentalmente que ahí nunca se enterró a ningún inglés, sino a los soldados fallecidos en el hospital de San Carlos desde la primera década del siglo XIX. Algunos franceses, la mayoría españoles, pero ninguno inglés, porque, al ser anglicanos, no podían enterrarse en un cementerio católico.
En nuestro paseo visitamos el Museo Naval de San Fernando para contemplar la cabeza original del mascarón del buque escuela español, Juan Sebastián Elcano, hermosa talla del escultor vasco Federico Sainz Venturini que está a punto de cumplir su centenario. El cuerpo se puede ver junto a ella, pero con una cabeza de talla posterior. Elcano es un buque de construcción española en su totalidad, sin embargo, en un principio la intención de la Armada fue transformar en buque escuela español con el nombre de Minerva al Augustella, –viejo motovelero italiano comprado en 1922–. Para esta transformación la Armada contrató al Astillero de Cádiz entonces propiedad de Horacio Echevarrieta Maruri, –también vasco–. En el año 2011 salió a la luz la documentación de este contrato en el que, como era costumbre, el mascarón debía guardar relación con el nombre del barco y en este caso representar a la diosa Minerva. Pero el estado del viejo velero italiano era tan lamentable que económicamente resultaba más conveniente construir un buque nuevo. Echevarrieta propuso que se le llamara Juan Sebastián Elcano en homenaje al insigne navegante español, vasco también como él. La propuesta fue aprobada, con lo cual ya no existía la obligación de que el mascarón representara a la diosa Minerva. En ese momento el escultor talló una representación de Hispania, es decir una alegoría de España, pero este cambio no llegó a registrarse en el contrato en el que siguió constando Minerva. Este descuido ha tenido como consecuencia que durante un siglo se haya llamado Minerva a una figura que jamás podría representarla, pues lleva corona mural. La diosa griega Atenea, llamada Minerva por los romanos, nació de la cabeza de su padre Zeus, –Júpiter para los romanos–, con su casco de hoplita griego en la cabeza y del que no se separa jamás porque forma parte esencial de ella. Nunca llevaría una corona mural. En cambio, esta sí es propia de las representaciones de Hispania. Tres mil años de literatura e historia del arte lo demuestran. Por mucho que en un documento conste Minerva, cuando observamos el mascarón del Juan Sebastián Elcano, no vemos a esta diosa, sino que vemos a Hispania. Es decir, a España. Ella es verdaderamente la que guía a Elcano por los mares del mundo.
Hoy día estamos acostumbrados a las falsas noticias. Los llamados fake news invaden las redes sociales y debemos aprender a distinguirlos porque estos sí suelen ser malintencionados.
Sin embargo, reconocer una falsa noticia histórica es todavía más difícil, pues nos obliga a amar nuestra historia, a leer y a reflexionar sobre ella y sacar nuestras propias conclusiones.
Por tanto, este artículo debería llamarse De Zaporito, los soldados y España.
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