Si se pregunta en qué continente está España, seguro que la respuesta será que en Europa, tal es el eurocentrismo que padecemos que se nos ha olvidado que Ceuta, Melilla y Las Canarias están en África. Pero si se pregunta por alguna de las plazas de soberanía en la costa marroquí, no habrá ni respuesta.

Escribo este Alambique desde Alhucemas, ciudad fundada por los españoles tras el famoso desembarco de 1926. Muy cerca de la costa, en plena bahía, hay tres islas, dos deshabitadas y una con varias construcciones que alberga una guarnición militar española. En las tres ondea desafiante la bandera española. Más hacia el oeste, en la costa del Parque Nacional de Alhucemas, destaca el precioso peñón de Vélez de la Gomera; originariamente fue también un islote que quedó unido al continente por un istmo tras el terremoto de 1930. Su nombre se debe a nuestro proverbial dominio de los idiomas. Está ubicado frente al valle de Bades, habitado por la tribu bereber de Los Gomaras, de la peculiar traducción de los españoles le viene su actual nombre. También mantiene una guarnición militar. La ocupación española del peñón de Vélez de la Gomera data de la época de los Reyes Católicos, y tras su recuperación por el sultán wattásida, fue definitivamente conquistado por orden de Felipe II. El peñón de Alhucemas fue cedido a Felipe II por el Sultán Muley Abdalá a cambio de protección.

Las islas Chafarinas están un poco más distantes de la costa marroquí. Su ocupación por España es más tardía, en 1848, bajo el reinado de Isabel Il. Su nombre significa tierra de ladrones, quizás por su secular uso por los piratas. Llegó a ser un importante centro comercial, con un poblado de más de 1.000 personas. Actualmente hay otra guarnición militar. Son de origen volcánico y mantiene una importante biodiversidad, habiendo sido frecuentadas por la foca monje. En ninguna de estas tres plazas de soberanía está permitido el acceso a civiles, salvo alguna expedición científica.

De la isla Perejil huelga decir nada, tras el ridículo que hizo el ministro de Defensa Federico Trillo que "reconquistó" este trozo de caliza inservible.

Cuando Marruecos consiguió su independencia en 1956, España conservó estas plazas, como símbolo trasnochado de un delirio imperial.

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