El otro día apareció Sisita. No describo su aspecto porque la gente, en fb, dice que hablo con ella por lo buena que está. Y no es así, Sisita es cerebro, intelectualidad e independentismo, como mujer, no como política. Ha estado de cooperante en una ONG y había vuelto muy desanimada. Guerras. Países saqueados. Inseguridad para la vida. Seguridad de hambre y enfermedades. Los políticos que son lo peor de lo peor con diferencia. Dice.

Me dijo que leía los artículos de Diario de Cádiz. Que esa era otra. En aquellos países africanos no había internet. Había bombas de racimo y de las otras. Hambre y muerte. A Sisita eso la trastorna y se le cae el ánimo y se le sube la adrenalina de la mala leche. No traga a ningún político, ni política, ni polítique…

Me habló de la libreta-Diario de mi tío Emilio. Que le hubiera gustado conocerlo. Le colegí que mi tío Emilio había muerto antes de mi nacimiento. Que sus libros estaban en una estantería de mi dormitorio, etc.

Me pidió que le contara cosas. Que estaba cansada. Que da por extinto el arte de conversar. Que hoy no se habla sino monologando. Que no se deja intervenir al otro. Que no se sabe escuchar, que se grita o se discute, y sin aclarar conocimientos, se insulta directamente. La ironía española devorada por el sarcasmo, pasa directamente a acusar al que sea, de lo que sea, como si estudiase un master sobre insultos, insultas, insultes.

La informé sobre la guerra nuestra, que fue la que interrumpió los estudios de mi pobre tío. Las carencias de todo y su forma de confesarse en su diario: El otro día acudí al entierro de un compañero, médico de fama en la Facultad. Lo enterraron en un nicho barato. El doctor que lo había asistido en sus últimos momentos, dijo señalando a los panteones y mausoleos: Él querría haberse inhumado aquí, en medio de sus mejores clientes. Y, dibujaba una carita con sorna. Hoy sería un emoticono insulso.

También contaba que el doctor XXX que bebía una caja de cervezas diaria, si le paraba alguien por la calle y le preguntaba: Querido doctor, a usted cuando le da fiebre y le duele la garganta, ¿qué hace? : Toser, apuntaba, porque si no había estipendio no había dispendio.

Pero no ríe. Muequea. Tiene los ojos como una marea baja. Pupilas isocóricas y normorreactivas. Está hermosa en su pena. En su descenso interior. Busco animarla. Distraerla. Mi tío en su laboratorio investigaba sobre la vida de la mosca. Transcribí lo que anotó, al parecer después de un experimento fallido con ellas. "La mosca, ese insecto díptero braquícero, sigue siendo un animal ingrato que carece de fisonomía y de expresión. La mosca es absurda. Parece que no piensa en nada, está vacía, vuela sin razón, y reacciona mal a las ingestas de alcohol. Si le hago una curva de seguimiento, muestra alternancias entre exaltaciones y abatimientos. La mosca es antievolutiva".

Se sonríe. Es divertido, afirma. Pero la baratariae insulae tampoco mejora. El otro día leí que la Bárbola da un taller de literatura. La tiene grabada con cum laude en ignorantia dextra. Menos mal que la Academia de San Romualdo prepara con otras instituciones un homenaje a Pemán. Pero en La Isla todo me parece un poco insulso. Dice. Y me pregunta por la calle del Doctor García Cubillana… le digo que el silencio es el padre de todas las cosas aquí. Isla sosa. Y suelto.

También hay soserías elegantes, como hay sosos bien vestidos. Ahora sí ríe. La salsa siempre es la ironía.

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