¿Qué es el humor? Ahora es violencia verbal, psicológica, cultural ¿y sostenible? ¿ Es progresista el humor? ¿Conservador? ¿Nada? La disolución de las verdades entre lo verosímil y la mentira es el panorama donde, desde la iracundia a la sátira, se mezclan las emociones humanas, que buscan la palabra adecuada a un estado de ánimo, más variable que los colores existentes, con todas sus deformaciones y sistemas de visión adoptados o por definir.

Cicerón, traducido, chicharito, más antiguo que el cristianismo, creó unas normas para canalizar presuntamente el mal humor y apartarlo del mal. En él resume con gran densidad conceptual el uso que el orador debe y no debe hacer de la risa en su discurso: Advierte que el orador ha de usar el ridículo de tal manera que ni sea demasiado frecuente, para que no sea bufonesco; ni obsceno, para que no sea de pantomima; ni agresivo, para que no sea descarado; ni contra la desgracia, para que no sea inhumano; ni contra el crimen, para que la risa no sustituya a la repulsión; ni cosa impropia de la persona del orador o de los jueces o de la ocasión. Pues esto cae en lo que hemos llamado falta de decoro. Evitará también los chistes rebuscados, que cuando no se improvisan sino que se traen de casa son fríos comúnmente. Tendrá miramiento tanto con la amistad como con la dignidad, evitará los ultrajes imperdonables; solamente asaeteará a los adversarios, pero no siempre a ellos, ni a todos, ni de cualquier manera. Con estas excepciones usará la agudeza y los chistes. ¿Se parece a nuestros parlamentarios?

Gracián, nuestro Gracián definió el carácter de los españoles de su tiempo, de tal forma que parece que lo hizo ayer. "La soberbia humana, como primera en todo lo malo, cogió la delantera. Topó en España, primera provincia de Europa. Parecíole tan de su genio, que se perpetuó en ella. Allí vive y allí reina con todos sus aliados: la estimación propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, hace el don Diego y vengo de los godos, el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho alto y hueco, la gravedad, el fausto, el brío con todo género de presunción, y estufido, todo esto desde el noble hasta el más plebeyo". Cádiz y Sevilla se disputan la titularidad del humor. Del chiste, incluso del carnavalismo, eje de la gaditanía y todo lo demás. Humores burdos los hay allí, allá y acullá…

El humor es la manera de contrarrestar la amargura, el pesimismo, el sentido doliente de la vida. El humor es una actitud y una aptitud ante la existencia, y, como no, una perspectiva, un distanciamiento del asunto, burlesco, ligero y, sobre todo, ingenioso.

Mi amigo, el Golondro de la calle Plocia, decía que el humor era lo que no era chiste. Er gorpe, niño, er gorpe.

El humor desacraliza, desmitifica, desenmascara, desnuda de apariencias engañosas y de solemnidades vacías, pero también frivoliza asuntos serios y banaliza cuestiones graves. Uno que tiene obras de cabecera de mi admirado y querido profesor José Antonio Hernández Guerrero, disfruta de su obra ingente y halla perlas como esta definición, acertada, como su pensamiento, siempre. Hay una novela sin novela, una metapalabra, la vida de Tristam Shandy, en el que un joven queda circuncidado por la caída de una ventana. No es humor. Lo que es humor es el diccionario de la Real con Vergas Llosa, (no es errata, es pseudohumor) del que la prensa dice que dijo que fue un amor de la pichula. Pichula es nombre femenino, malsonante. ¿Cómo iba a sentirla en masculino, por muy Vergas Llosa que sea?

Ya no sé si el humor tiene voz de trastienda o más allá. Pero a mí me da el golondro de no saber si el humor no es más que un pobre humo en esta vida, de Morancos, y gentes pa su avío. Er gorpe, niño, er gorpe.

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