El tiempo es el confinamiento de la muerte. La inmortalidad del espacio sin ti. Una tarde cualquierafronteriza entre dos estaciones/ como escribe Montiel en La carta del cielo. Oigo el levante, la reventazón del viento cuando se hiere con las cosas. Eso y las enfermedades te van tejiendo un hilo de dolor puro en las arterias. Cuando llega septiembre, el dorado septiembre echo de menos a Berenguer. ¿Qué diría Berenguer de la deslírica actual? De la lengua que sirve para los malos escritores y para la graforrea del político contestatario.

Me duele todo, creedme/ y nada he deseado más nunca/ que pase todo esto/ duele Montiel en un poema que se ajusta a mi ánimo. Por eso pienso en Berenguer, gran amigo de Enrique. Lo estamos oyendo: "Ojo con la precisión, la exactitud y el matiz". Ya en su tiempo exigía un conocimiento clínico del lenguaje que ahora se ha hecho cínico. Criticaba Luis una de las malas praxis de la escritura. ¿Por qué tienen que hacer las gentes tantas tonterías en los diálogos? Y ponía ejemplos: Arquean la ceja, miran fijamente, fruncen el ceño, hablan entrecortadamente, apoyan la barbilla en la mano… Usted comprenderá leyendo lo que hay quién es el que hay. Le llamo escritura de karaoke, de tallercito inerte, de aburrido cum laude de tarjeta.

¿Alguien piensa si en estos tiempos en los que se quiere potenciar la lectura, que clase de lectura aburrida y tópica, quieren promocionar? Copio una perla de nota informativa: …al objeto de ejecutar las obras de reparación y reconstrucción de la zona afectada, y la ejecución de los trabajos necesarios para la protección contra el azote del mar, derivado de la ausencia de bloques de protección…y las posibles consecuencias de que ello…por -que de ello-…derivasen. Infinitivos y repeticiones. Estamos involucionando. La educación se resiente. Añadamos el miedo. El contagio. La apertura de colegios. El virus coronado por la metástasis del terror. Cuando el ánimo baja con sus patas de lodo pisando la tristeza, preferiría leer las Glosas Emilianenses o las Silenses o la Nodicia de kesos.

Parece que estoy leyendo a Jorge Guillen cuando pienso en la literatura de phoskito, y en la verdadera cuando no quedaba la poesía desatendida, sin tono emocional predominante: "Con la verdad al fin ya no discuto/ mis ilusiones ya no son las mismas.

Menos mal que mi amigo Enrique, en su Carta del Cielo, abre versos para sentir la vida. En eso pienso ahora en que solo sé/ que una mano puede haber detenido la caída/ de un corazón y todo lo que lleva/ ese río de agua/ esa memoria de todo lo vivido/.

Para no confundir el culo con las témporas, ni puente con ciudad. Ni poemas con nadie.

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