Pemán a estas alturas no ha caducado. La decisión del Ayuntamiento gaditano implacable, en placa extinta, me hizo recordar la tarde en la que Pemán, muy mayor, muy afectado por la enfermedad, nos entregaría los premios Alfajoa de Oro, de narrativa y poesía, que había convocado el Club Náutico Alcázar in illo tempore. Me pareció cercano y nos alentaba a escribir. Era querido en Cádiz. Para todos fue un honor, que el mayor escritor gaditano de aquel tiempo, se acercase a nosotros. La foto del acto se publicó en Diario de Cádiz.

Más tarde obtuve el premio de novela de Unicaja y me lo entregó Alberti, que se vino con nosotros a Gallineras, como marinero en tierra.

Quiero decir con esto que tuve premios a derecha y a izquierdas, y comprobé que los más resentidos eran los progresistas, porque a la derecha le importaba la literatura y los literatos, tres cuartos de un pimiento.

Pemán fue presidente de la Real Academia Española, y aquí leyendo a Enrique Montiel o Fernando Santiago en este Diario, pude comprobar que solo la Real Academia Hispano Americana de Artes, Ciencias y Letras, de dónde fue académico, ha protestado por la retirada de la placa que cómo escritor eminente señalaba la casa en la que nació. Creo que la gente en general y las academias en particular, están a verlas venir con el político de turno. Es decir, sedes, salones de actos y subvenciones que pudieran peligrar, porque los políticos son de tócale el bolsillo, que ya verás.

Y son Ateneos, Academias de artes y letras, científicas, de jurisprudencia, de…

Nadie. Ni mu. Institutos, Asociaciones, Academia de Bellas Artes, que también presidió, qué sé yo.

Son los momentos turbios de ahora, en la pandemia y su incierto después. Me recuerdan los tiempos en los que me castigaban, por lo que escribía, en el archivo y en el Cementerio, creo que con el sano propósito político de enterrarme allí. En Diputación también ocurría. Nunca el pensamiento desacorde o distinto fue aceptado por los progres ni por los antis.

En el fondo, para qué sirve un escritor. ¿Para poner en peligro a las instituciones sean del tipo que sean? ¿Para criticar a los suyos, suyas y suyes? No había peor enemigo para un escritor que otro escritor. “Que quien es de tu oficio, ése es tu enemigo. Nunca en los tales falta invidia: siempre les pesa del acrecentamiento del otro» escribía Mateo Alemán, lo que ocurre es que ahora son los escritores y los políticos. Que se ha doblado el censo de odios, castigos y devenires.

Por eso debería crearse al estilo casi de Jerusalén con las lamentaciones, la pared de las placas. Si usted, no tiene una placa de algo o alguien en su casa, usted es nadie menos nadie. Y callo.

Pero yo me refiero a un jardín con blancas paredes donde figuren los nombres de gente que engrandeció su pueblo, y los que no defienden ni academias ni academios. Ejemplo, Don Juan García Cubillana, D. Fidel Chacartegui, Paquiqui, Manuel Bea, Carlos Ceballos, etc, pero nunca políticos, ni cocineros ni cantantes. Creadores y científicos. Cómo un cementerio ante el olvido sin paredones ni cunetas. Sólo gente que creó trabajo, arte o literatura, y ciencia, en cada época. Lo demás es viento negro, división y mutilación de paredes, estatuas y monolitos. ¿Somos evolutivos? Perdonen que me ría.

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