Miro la prensa de Madrid, leo los titulares que dedican a TVE en las páginas de Televisión y se me ponen los pelos como escarpias. Son cuatro cabeceras impresas pero parece que sean cien. Van a degüello. Entre lo que dicen las portadas, las informaciones y las opiniones da la impresión de que a la televisión pública le quedan cuatro Telediarios. O al menos ese es el deseo que subyace en los firmantes, por la saña que ponen contra todo lo que esté relacionado con Torrespaña y Prado del Rey. Uno de ellos pide taxativamente que el día en que el tanga de la Pedroche tenga más audiencia que la Igartiburu en la noche de fin de año habrá llegado el momento de cerrar. Otros restriegan por la cara "el último fracaso en ficción, Promesas de arena, que no ha llegado al 10%".

Lo he dicho 1.000 veces pero lo diré 1.001. Creo que confunden RTVE con La 1. Y no saben leer las audiencias. En un país donde de los 50 programas más vistos del mes, 40 corresponden a emisiones de Gran Hermano, ¿a qué jugamos tratando de competir? En un país donde los informativos de Telecincio son líderes (y hasta los de Antena 3 están por delante de los de La 1), y donde solamente un 1% sintoniza La 2 Noticias, ¡que después premian incluso desde las compañías de esos mismos medios!, ¿qué pretendemos?

En un país que desprecia El cazador de cerebros, Atención, obras, Página 2, Días de cine (todos con menos de un 1%); La aventura del saber (el jueves 12 de diciembre, con 8.000 espectadores, un 0,3% de la audiencias); que emite los conciertos de clásica a las 8 de la mañana; en un país así una radio y televisión pública son más necesarios que nunca. O seremos más chimpancés.

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