Análisis

Joaquín Aurioles

La política económica en Andalucía

Puede la política dominar las fuerzas mueven a la economía? Algunos economistas y muchos políticos confían en la capacidad de las políticas económicas para someter a los mercados, pero otros recelan del rigor de los gobiernos para no sucumbir a los intereses partidistas. La energía que desprendía Andalucía en sus primeros años de autonomía permitía soñar con una sociedad próspera y progresivamente equiparada al resto de España y los nuevos políticos andaluces decidieron plasmar sus ideas en el instrumento de intervención por excelencia: el plan de desarrollo.

En la lógica del planificador las tendencias pueden quebrarse con las políticas económicas adecuadas y con inversión pública. Han pasado cuarenta años desde que se constituyó el primer Parlamento de Andalucía y desde que se elaboró el primer Plan Extraordinario de Inversiones. También desde la creación de SOPREA (Sociedad para la Promoción Económica de Andalucía), como reacción a la negativa del INI de transferir SODIAN, la sociedad estatal de inversiones industriales en Andalucía, a la Junta.

Unos años antes, en la preautonomía, se había elaborado el Plan de Urgencia para Andalucía (1980-1982) en el que se reclamaba un trato más equitativo de las inversiones públicas con la comunidad. Fue el primer esbozo de planificación, al que seguirían otras seis iniciativas que reflejan la política económica practicada en Andalucía hasta la crisis de 2008. Inicialmente, entre 1984 y 1994, toda ella estuvo engarzada en las directrices marcadas por los tres planes de desarrollo vigentes, con la lucha contra el desempleo, la industrialización y la convergencia con el resto de España como objetivos prioritarios.

Todo cambió durante el "bienio de la pinza" (1994-1996) entre Partido Popular e Izquierda Unida. Se buscó en el apoyo de sindicatos y patronal a las iniciativas gubernamentales la legitimidad que negaba la mayoría del Parlamento. El resultado fue el nacimiento de una nueva etapa de política económica conocida como concertación social, cuyo momento de mayor gloria llegó con la transferencia de las políticas activas de empleo y las cuantiosas ayudas europeas para cursos de formación a desempleados.

La ausencia de evaluación independiente impide valorar con precisión la experiencia, pero cuando se presentó la crisis de 2008 Andalucía seguía estando a la cabeza del desempleo y a la cola del bienestar. También se habían despilfarrado los fondos europeos de ayuda a los parados. La falta de recursos y la corrupción acabaron con la concertación, iniciándose una etapa de parálisis política (tres presidentes entre 2009 y 2013) y recortes en el bienestar.

No se ha vuelto a hablar de planificación tras la llegada del PP al Gobierno. Se renuncia, por tanto, a intentar doblegar las fuerzas de la economía y se opta por eliminar los obstáculos a su funcionamiento con fluidez. Para ello se reduce la presión fiscal, se corrige el déficit y se eliminan trabas burocráticas a las empresas, pero con los objetivos de siempre: crear empleo y converger con el resto de España. Desconocemos si funcionará, pero sabemos que no fue posible durante la larga etapa de la planificación de la economía.

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