Una antigua expresión era "buscar cinco pies al gato". Tiene sentido, porque por más vueltas que se le dé a un gato normal, no existe un quinto pie. Ese empeño en buscar algo que no existe para hacerlo ver es una costumbre humana.

Cervantes cambió el dicho y en el Quijote usó "buscar tres pies al gato". Los expertos han escrito mucho sobre el tema y de cómo el éxito de la obra provocó el cambio en la expresión, así como de qué es lo que en verdad pretendía decirse. Hoy es más frecuente usarla de esta forma, pero el significado es el mismo.

Con el VAR, parecía que se terminaba con dos cosas. Por un lado, las protestas de los jugadores al árbitro, buscándole los tres pies al gato en cada decisión arbitral. El árbitro está en el campo y está asesorado por su equipo arbitral, pero también puede equivocarse. Ahí interviene el VAR. El jugador puede pensar que por la posición del árbitro en el campo, su visión de la jugada no era completa, pero los árbitros del VAR disponen de tecnología avanzada que mejora la visión del jugador. Insistir al árbitro mientras el VAR resuelve es inútil. "Dile al del VAR que no le di con la mano", es un comentario que sobra. El del VAR ya ha comprobado con tomas diferentes que fue mano. Pero los jugadores siguen protestando.

La otra cosa con la que el VAR tampoco ha terminado es con las discusiones en el bar. Siempre hay alguien que dice que una jugada ha sido penalti y que el árbitro no lo pitó. Ya puede verse en la repetición que no fue penalti, y ya puede decir el VAR lo mismo, porque si ese señor ha dicho que es penalti, se mantiene en sus trece, y se encargará de buscar los tres pies al gato para justificar que fue penalti.

Y es que al final el VAR no podrá nunca vencer al BAR.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios