Cual novillero el día de su alternativa, se presenta en la Plaza Real; desmonterado, haciendo con sus pies la señal de la Cruz en el albero portuense, me dispongo a realizar, éste, mi primer paseíllo.

Me dispongo a comenzar un camino ante vosotros, la “afición”, el “respetable”, fieles lectores del Diario.En mi haber, dispongo de capotes de brega de fina seda, con los cuales, y con la serenidad y finura, con la que se remata una tanda con una “Media Verónica” iré tratando temas de nuestro Gran Puerto de Santa María.

No vengo a enseñaros nada, no vengo a dar lecciones, vengo a escribirle a nuestro Puerto y que vosotros le abráis vuestros corazones.

Estoy ante vosotros con la fuerza de intentar ver todo con positivismo, ya que pienso que es la única forma de potenciar ese término que tanto me gusta, que es “el portuensismo”, creado y puesto en práctica por el recordado portuense Antonio Muñoz Cuenca Muñoli.

Es hora de amar nuestra Ciudad, es hora de terminar con los tópicos; sobre todo con ese que dice que el portuense es malo consigo mismo, con sus cosas, con sus tradiciones, con sus fiestas.

Esos comentarios hacen más daño que el que nosotros nos creemos, porque al tiempo, se hacen sin duda, comentarios “tradicionales” del pueblo y termina formando parte de la idiosincrasia del portuense.

Es hora de dejarnos de ideologías políticas, de siglas, de colores y si hay que pensar en colores, pensemos en amarillo y verde, los colores de nuestra bandera. Portuenses, pero sin ser localistas, no caigamos tampoco en ese, pienso, error.

Pensemos en El Puerto, como ese balcón de la Bahía; mirémonos en el espejo de sus cristalinas aguas saladas y cuando nos miremos veamos a personas que aman a su ciudad, siendo cada uno de nosotros los mejores embajadores de la misma.

Recojo mis trastos por ésta vez, no me atrevo ni a saludar desde el tercio, ni siquiera sé si habrá palmas, pitos o silencio. Me voy andando hacia el callejón, desde donde de nuevo, esperaré para salir al ruedo.Tomaré un trago de agua fresca, miraré de nuevo al cielo y en un par de semanas que abra de nuevo las puertas el “torilero”.

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