Era tarde cuando ojeé la prensa por segunda vez. Me alegró ver el reportaje de la ciudad de Cádiz acompañando a su Patrona, la Virgen del Rosario. Desde el Diario pude comprobar cómo las multitudes en las calles rebosaban emoción. Y pensé que ya se merecían los gaditanos una tarde así.

Para los creyentes, más conservadores y cuidadosos con estas tradiciones, el hecho de recuperar la procesión significa mucho. En estos momentos nos vuelve ese “respetar religioso” aprendido de padres y abuelos. Algunos no habrán parado de rezar por los suyos. Consuela saber que ante los momentos difíciles, alguien pueda acordarse de nosotros y nos diga: —oye, que no estás solo con ese problema porque he pedido por ti.

Siempre han merecido mis respetos esos creyentes que aguardan sin llamar la atención, en silencio. Y la vitalidad renovada de este pueblo tan sentido, acompañando a su Patrona bajo el bellísimo cielo azul gaditano.

Recordé cuántas veces mi abuela gaditana me llevó a verla.

Por supuesto suponemos que no todos los que acudieron son creyentes fervorosos. A algunos les molestará que algo o alguien pretenda ponerles límites y preferirán vivir al margen.

Con todo respeto les digo que, ahora y siempre, se trata de compartir y respetar experiencias. Que este pasado siete de octubre, tras tanto sin salir, la Procesión ha supuesto mucho más porque la ciudad ha sido capaz de volver a asumir esta tradición como asume el cuidar sus murallas. ¿Empezamos a comprender que son estas cosas tan nuestras, las que nos unen como pueblo, a pesar de todas y de tantas diferencias?

Nos alegramos por los gaditanos. Además, esa salida permitida también significó mejoras con el asunto de la pandemia. Tranquiliza comprobar que la mayoría de las personas iban protegidas con mascarillas.

Esta celebración religiosa será la primera de otras muchas. Si algo gusta a los andaluces son las fiestas locales. Nuestras ciudades y nuestros pueblos, que tanta falta de trabajo padecen, mejorarán sus economías con las visitas que recibirán e iremos recuperando nuestros sencillos niveles de consumo.

Esperemos que seamos cuidadosos con las efusiones de alegría para que no vayamos a retroceder.

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