En el vocabulario ampliado que estamos construyendo desde hace meses, hablamos de fómites, mascarilla FFP2 o número reproductivo. Recurrimos a términos como convivientes para nombrar realidades a las que no prestábamos atención; y hasta adoptamos palabras equivocadas de inicio: la distancia física es necesaria, pero la social no nos salvará de ninguna pandemia, solo nos hará más infelices mientras que dure.

La última incorporación al diccionario, la ‘nueva normalidad’, bien merece un análisis semántico. Para empezar, hemos identificado ‘normalidad’ como un término positivo, un estado al que aspirar. Cuando lo normal no es ni más ni menos que lo ordinario, lo corriente, lo que se da en mayor medida; pero no necesariamente el mejor estado posible. Decimos además que es ‘nueva’ porque, al menos temporalmente, lo habitual no será lo que vivíamos antes del azote del virus.

A mí, sin embargo, esta normalidad -al margen de las mascarillas- no me parece tan diferente a la previa al estado de alarma, aquella a la que ya, de partida, no tengo claro que quiera regresar. Empiezo a ver el mismo tráfico intenso en las calles, los coches en doble fila. Padres y madres de nuevo corriendo, haciendo malabares para conciliar. Veo que una vez más salen indemnes de la crisis los mismos, mientras que quienes vivían precariamente se hunden un poco más. Veo que la gente ha dejado de pasear a las ocho, ha dejado de hacer deporte por la mañana, porque ya no tiene el sabor del privilegio, o porque de nuevo nos falta el tiempo. Yo no quería regresar a esto.

Veo también las playas llenas, llenos los bares y restaurantes. Veo que mi agenda se satura de planes, de quedadas, de eventos. A todo esto sí quería volver y, sin embargo, ahora que está aquí, no estoy segura. No quiero verme arrastrada otra vez a la velocidad frenética en la que vive nuestro mundo, ni siquiera para esto. Quiero disfrutar de todo, sí, pero a otro ritmo.

De mi vida anterior apenas echo de menos un par de cosas, pero ningún real decreto ha puesto aún fecha a la fase en la que podremos abrazar sin miedo a quienes nos importan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios