Análisis

ana sofía pérez bustamante

El nombre de la cosa

Poner un nombre no deja de ser publicar un programa de intenciones y reconocimientos. En épocas pasadas las instituciones solían llevar el de su fundador, o del mentor de los fundadores. Cuando la educación estaba en manos de la Iglesia lo normal es que los colegios llevaran el nombre de la orden, del fundador o de algún miembro destacado de la misma, en armonía con la mentalidad general de la sociedad del momento y sus poderes públicos.

Ahora tenemos la reapertura del Colegio Mayor Universitario que empezó a funcionar durante el curso 1955-1956 con el nombre de Beato Diego José de Cádiz. En pleno régimen nacionalcatólico de Franco la institución se ponía a la sombra de un predicador que entre finales del siglo XVIII y principios del XIX destacó por sus furibundos ataques a la ilustración, el racionalismo, la libertad de expresión y el estado constitucional. Tenía una gran lógica interna que un régimen dictatorial que se apoyaba en una Iglesia dogmática pusiera ese nombre a su Colegio Mayor. Pero en 2018, con un estado democrático y aconfesional que ha asumido entre sus prestaciones la educación pública, no es el Beato Diego José de Cádiz el mentor más adecuado porque no es nada representativo ni de la mentalidad general ni de la filosofía constitucional.

No se trata de montar una riña de gallos guerracivilista o al estilo de una cruzada religiosa. No es una traición a la tradición, porque no todas las tradiciones son buenas por el hecho de preexistir. Yo buscaría para el nuevo Colegio Mayor un mentor de origen gaditano y de envergadura científica internacional, como por ejemplo José Celestino Mutis, botánico y matemático ilustrado, profesor de universidad. También podría valer el Cayetano del Toro, médico y político. Claro que estos nombres ya suenan, y por ello se perdería la oportunidad de enriquecer la memoria colectiva con otro rescate. En este sentido se podría recordar que José Cadalso, el famoso autor de las Cartas Marruecas y de Las noches lúgubres, fue gaditano, y con él volveríamos a ese momento entre la ilustración y el prerromanticismo.

Rosario Cepeda sería una posibilidad muy interesante, porque es una de las pioneras en la defensa de las capacidades intelectuales de las mujeres. Se dio a conocer cuando, teniendo doce años, le hicieron un examen público en el que mostró sus conocimientos de geografía, gramática castellana y latina, historia, geometría y francés. Colegio Mayor Universitario Rosario Cepeda suena bastante bien y podría ser un gesto oportuno.

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