Hace unos meses expresé mi queja pública por el cambio de nombre de un instituto de enseñanza en Jerez, para ponerle Instituto Lola Flores. Y advertía que el problema consistía en que la iniciativa no procedía del mundo del espectáculo, sino de la propia comunidad escolar del centro.

Mi queja, por supuesto, no sirvió de nada...

Ahora, tras el fallecimiento de Juan Carlos Aragón, se vuelve a repetir el mismo guión: el claustro del Colegio Público Andalucía pretende cambiar el nombre del centro, por el del popular comparsista.

No pongo en cuestión los méritos de JCA en materia de carnaval. Y supongo que su naturaleza rebelde y su vigorosa obsesión poética lo hacen apto para ser reconocido con un antifaz de oro, medallas, hijo adoptivo, un auditorio y si es preciso, un bulevar.

Pero un centro escolar es otra cosa. A mi entender, todo en un colegio -desde el rótulo de entrada hasta el último rincón- debe honrar la idea de la transmisión de la cultura y del pensamiento. Pero el elogio póstumo se deja llevar, se hace excesivo y pasa lo que pasa.

Ello consagra el peligroso mensaje sálvamedeluxe de que lo realmente importante es la popularidad. Y de esta manera ya no existe argumento en contra para que establecimientos y lugares públicos lleven el nombre de cofrades, folklóricas o futbolistas.

Pero es que además, la memoria pública es tan frágil como traidora y los vientos de la Historia hacen el resto: "¿Éste quién sería?" o "¿Y aquel qué hizo?", nos preguntamos paseando por cualquier ciudad. Sin saber que uno debe su calle a que fue húsar honorífico de Pavía y el otro fue el inventor del pincho moruno. Nuestras calles están repletas de olvidados generales, remotas beatas u oscuros obispos, cuya memoria real fue barrida hace siglos por los vientos del tiempo.

Pido que no se cambie el nombre del cole. Lo que habría que hacer es cambiar la actitud de la sociedad ante la escuela y no abaratarla ni trivializarla. No vaya a ser que tengamos que admitir, con pesar, que "aquí en Cádiz todo es carnaval".

Ni siquiera he rozado el archidebate de si el carnaval es cultura. Sólo hablo del nombre de un colegio. A cada cual lo suyo.

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