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Análisis

José Joaquín León

Las mismas virtudes, los mismos defectos

Al final, el Cádiz les regalaba el balón incluso en jugadas donde no había rivales

El Cádiz ganó en Córdoba después de exhibir las mismas virtudes de la temporada pasada, sobre todo en el primer tiempo, con un Salvi impresionante en los contragolpes. Pero estuvo cerca de estropearlo en una media hora final pésima, en la que volvieron los miedos y la pérdida del balón a unos límites impropios de un equipo de esta categoría. El portero Alberto Cifuentes, en modo Buffon de la Bahía, salvó tres goles, antes de que el Córdoba marcara en la última jugada del partido. Menos mal que ese gol no llegó antes.

Al Cádiz le vino bien marcar nada más empezar el partido. Fue el primero de los tres contragolpes majestuosos que Salvi protagonizó en el primer tiempo, culminados además con centros rasos y bien dirigidos. David Barral cruzó el balón y puso al Cádiz con ventaja. Durante cinco minutos el Córdoba se quedó impresionado.

En los laterales Carpio parecía más vulnerable que Lucas Bijker, mientras que en el centro Servando y Marcos Mauro podían casi siempre con los centros en busca de Guardiola. Ayudaba mucho un Garrido infatigable, mejor acompañado por José Mari en el primer tiempo que por Abdullah y Alex Fernández cuando entraron.

En ese primer tiempo funcionó el contragolpe del Cádiz. Salvi le había servido otro gol en bandeja a Aitor, que no acertó a rematar, pero le puso otro a Alvarito que lo aprovechó. Apenas había pasado media hora y estaba el Cádiz con un 0-2, que se pudo ampliar poco después en otra contra de Alvarito que no pudo culminar Barral. Sin embargo, se lesionó José Mari y su ausencia se notó bastante.

En la segunda parte, el Cádiz intentó dormir el partido. En ello estaban, hasta que se sintió mal Salvi en el minuto 55 y entró Alex Fernández. A partir de ahí se acabó todo el peligro ofensivo. El lateral Pinillos se fue arriba y abrió un coladero importante. El balón pasó a ser propiedad del Córdoba.

Si el Cádiz no perdió o empató este partido fue porque el portero Alberto Cifuentes salvó tres goles que se cantaban, y porque Guardiola y Jona estuvieron negados en algunos remates claros. También por la eficacia táctica de Garrido, que cortaba un balón tras otro, aunque sus compañeros lo perdían de inmediato. Es una gran torpeza que jugadores como Abdullah y Álex, a los que se supone técnicos, se dedicasen a dar melonazos y fallar pases sencillos. La última media hora fue de pena.

Por si había dudas de los propósitos tácticos, Álvaro Cervera sustituyó a Aitor (que ya no podía más) por el lateral Rober Correa para que marcara las subidas de Pinillos, el lateral izquierdo del Córdoba. Bombeaban a la desesperada. El Cádiz les regalaba el balón, incluso en jugadas donde no había rivales cerca. Un despropósito, que sólo tuvo castigo en el último minuto de la prolongación, cuando Markovic remató un saque de esquina.

Partido que se ganó con apuros innecesarios. Pero se ganó, que es lo importante. Con las mismas virtudes de lucha generosa y rapidez a la contra, con los mismos defectos de perder la calma y regalar el balón al rival. El Cádiz que vimos ayer ganó, aunque tiene un amplio margen de mejoría y necesidad de apuntalar la plantilla.

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