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La militancia del Partido Socialista Obrero Española ha votado por el candidato que ha sumado once derrotas sonadas durante su mandato, al candidato que en las dos elecciones generales obtuvo los peores resultados de la historia, el candidato que antepuso sus ambiciones personales a las del partido, el candidato que pactó con Ciudadanos y, a continuación, intentó pactar con Podemos, bandazos preocupantes que inquietaron a todo la formación del puño y la rosa porque demostraban que no tenía claro su proyecto, excepto su obsesión por convertirse en presidente del Gobierno de España.
La militancia se ha inclinado por el candidato que intentó un golpe de mano para perpetuarse y provocó así un golpe de mano para neutralizarlo. El candidato que no ha conseguido mantener a su lado a un solo miembro de su equipo porque comprendieron que con Pedro Sánchez el PSOE podría desaparecer. Ha ganado el ex secretario general y ayer debían estar dando gritos de entusiasmo en la sede de Podemos, porque si ya estuvieron a punto de ganar a Sánchez el pasado 26 de junio y lo derrotaron en las autonómicas gallegas, es evidente que con el dirigente madrileño de nuevo en la Secretaría General los votantes van a huir del PSOE como de la peste. No los militantes, que prefieren a Sánchez antes que a Susana Díaz, pero los votantes son los que convierten a los candidatos en presidentes de Gobierno y los que colocan a un partido en el cuadro de honor.
El resultado de las primarias es una mala noticia para el PSOE y una pésima noticia para España, porque Sánchez es un político que coquetea con los independentistas, que no hace ascos a gobernar con la izquierda radical y populista, y que siente una animadversión tan profunda hacia Rajoy que, sin duda, va a bloquear cualquier iniciativa de Gobierno. Lo que probablemente llevará al presidente a convocar nuevas elecciones ante la imposibilidad de gobernar. Y esas elecciones serán un revulsivo para la izquierda, porque PP y Ciudadanos se nutrirán de votos socialistas que pretenderán así parar a Podemos... o a un Sánchez que no dudará en llegar a pactos con la formación morada.
Desde el punto de vista interno, el PSOE queda irremediablemente roto, Sánchez no va a ser generoso en la victoria. Ya advirtió en el último tramo de su campaña que no contaría en su equipo con algunos de quienes lo han abandonado. Y desde el punto de vista interno, el futuro de Susana Díaz como presidenta andaluza queda en precario, porque ha sido desautorizada como dirigente. Y no se puede olvidar que Andalucía es la principal cantera socialista. Pero también quedan en precario los gobernantes que apoyaron a Díaz: Ximo Puig, Javier Fernández, Javier Lambán, Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page... Para el PSOE, la situación es catastrófica, la peor de su historia reciente.
En el debate a tres, Díaz le dijo a Sánchez que tendría que "hacérselo mirar". El que tendría que "hacérselo mirar " es el PSOE, y preguntarse si las primarias son la fórmula adecuada para elegir los altos cargos del partido.
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