Análisis

Juan José Jiménez Mata

En memoria de Julio Malo de Molina

Julio realizó una gran labor de difusión sobre los valores urbanos de la ciudad de Cádiz

El dolor por la pérdida de los amigos se amortigua con los recuerdos, que conviene conservar dentro de uno y compartir con los demás. En el caso de Julio, el dolor es inmenso y los recuerdos innumerables, tanto en el ámbito familiar como en el profesional.

Voy a referirme a dos empeños de Julio, movido por su amor a la arquitectura, la ciudad y la profesión. Desde su puesto en la Diputación organizó durante varios años las Jornadas de la Ciudad y el Mar, a las que acudieron historiadores, urbanistas, arquitectos de primera línea para exponer la historia y problemática actual de las ciudades marítimas. La primera se celebró en 1986 y tuvo por subtítulo: Saint Malò, Venezia, Cádiz. La segunda se dedicó a Génova y Puerto Rico.

Mediante sus relaciones directas con la Escuela de Arquitectura de Madrid, siendo director Ricardo Aroca, consiguió que se impartieran en Cádiz los cursos de doctorado durante dos años, obteniendo por ello un buen grupo de arquitectos gaditanos un alto nivel de conocimiento y actualización de sus estudios.

Julio hizo de puente cultural durante muchos años con Madrid, a la vez que realizó una gran labor de difusión sobre los valores urbanos de la ciudad de Cádiz que, gracias a esfuerzos como los suyos, se reconoce hoy como patrimonio urbano de primer orden.

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