Los diez mejores de 2020

Este puto 2020 ha sido durísimo e implacable para muchos de nosotros 

En estas fechas previas al cambio de año se acostumbra el corte y confección de sesudas listas sobre todo tipo de cuestiones. Así, lo mismo nos sorprenden con las diez mejores novelas indie que cualquier cultureta ha leído o dice haber leído en el año en curso, los diez mejores discos de heavy-metal del colaborador más sexy de Mariscal Rock, las diez mejores asistencias sin mirar (no looking pass) de la NBA o los diez mejores penaltis no pitados al Cádiz C.F.

Muchos de esos decálogos son aliñados en casa, apenas unos apuntes publicitarios prerredactados (y por tanto abusivos) que se coordinan para fomentar el consumismo de la campaña de Reyes. Me refiero a que algunas empresas oferentes de un producto pagarán diezmos y pernadas con tal de que sea incluido en una de esas engañosas listas. Por eso, entra dentro de nuestra capacidad jurídica y de obrar el encontrar buenos guías que nos lleven a través de los escarpados desfiladeros de la mediocridad, atestados de lobos y de los diez mejores "lo que sea".

Es probable que yo mismo haya caído en esa petulancia narcisista de la confección y exhibición de los diez mejores "algo", buscando, probablemente, un vacuo reconocimiento; quizá crear alguna polémica, fomentar el debate o, simplemente, dar la opinión propia, que es un peligroso acto de egolatría. Les pido disculpas de antebrazo, como dicen algunos en La Isla de San Fernando.

El annus horribilis llega a su fin a la velocidad de la noche, impulsado por ese rayo de esperanza que nos regala la inminente, progresiva y cotizada vacunación contra el COVID-19. Este puto 2020 ha sido durísimo e implacable para muchos de nosotros, que hemos estado a punto de ver morir a nuestras esposas, que no nos hemos podido despedir a familiares, amigos y compañeros fallecidos, que nos hemos arruinado, incluso, en ocasiones, dos veces. Y mientras sufríamos encierros y confinamientos, al tiempo que las UCI se colapsaban, que los curritos no cobraban su ERTE, que los hosteleros lloraban y mil miserias más, ha habido también quienes no han cumplido como les era exigible.

No voy a hacer un top ten de los diez peores españoles de 2020. No es necesario. Todos los conocemos ya, los vemos con frecuencia, los leemos a diario, pertenecen a nuestra propia existencia. Son nosotros mismos. Han doblegado la curva, salieron victoriosos, fueron indultados, protestaron por el uso o el desuso de banderas y símbolos, decidieron no decidir, robaron vacaciones, fomentaron la precariedad, rapiñaron lo que pudieron, pasaron del cómo va lo mío al cuánto es lo tuyo. Negociantes hasta el fin, les daba igual arrastrar el virus de un lado al otro del país mientras hubiera doblones de por medio, emigraron a las discotecas, invadieron Gibraltar o ronearon en las fiestas del Colegio Mayor de Nuestra Señora de la Gran Cogorza.

Estos insensatos que se llaman y visten como nosotros tienen también derecho a la esperanza. Harán sus listas de las diez mejores fiestas clandestinas, los diez mejores polvos echados tras el toque de queda o los diez mejores familiares contagiados. Y nos felicitarán el 2021 a todos, eso sí, poco antes de atragantarse con la pepita de una uva.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios