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Análisis

Grupo municipal ganar cádiz

Del masculino singular a la economía colectiva

Que Cádiz cuente por fin con unos presupuestos municipales es una buena noticia. No solo por lo que significa para el gobierno municipal sacar adelante unas cuentas, ya que tras el vaivén de cifras hay proyectos para desarrollar el modelo de ciudad, sino porque estos presupuestos suponen un avance no solo en el qué, sino también en el cómo, en otras formas y modos de hacer política que hay que potenciar.

Es cierto que son los primeros presupuestos que vamos a ejecutar como gobierno municipal, que marcan prioridad en la inversión social (vivienda, empleo y derechos sociales) y que avanzan en el horizonte de una Cádiz sostenible, pero además son los primeros que surgen tras un proceso de apertura, diálogo, acuerdo, entendimiento… No ha sido fácil, pero debe permitir dejar atrás esa rémora tan habitual en política por la que las decisiones se toman en una cafetería. El masculino singular es parte del pasado y del error, parte de esa 'vieja política' a enterrar. No se trata de cambiar actores, sino de transformar la realidad, y eso en la asamblea de Ganar Cádiz lo tenemos claro.

Este acuerdo presupuestario va más allá del que se presume entre dos formaciones cogobernantes -Por Cádiz Sí Se Puede y Ganar Cádiz en Común-, y alcanza al PSOE, formación que se integra con mirada cómplice y que, desde la oposición, debe entenderse como aliado natural por afinidad programática.

Las personas que formamos Ganar Cádiz estamos satisfechas por el 'cómo' entre organizaciones políticas pero estamos, además, muy orgullosas de que muchas de las partidas que hemos puesto sobre la mesa en este proceso vengan avaladas por el tejido social que nos acompaña día a día en este reto que es dirigir la ciudad. Obras, proyectos, planes o actuaciones para las que pedimos asignación económica porque emanan de la participación ciudadana y colectiva en espacios como las mesas del Plan Director Culturas Comunes, los grupos del Plan Local de Salud, la comisión de movilidad y la multitud de reuniones con asociaciones de dicho ámbito, la Plataforma de Memoria Democrática, la mesa animalista, el Observatorio Municipal de Vivienda…

Sin embargo, este cambio en los modos y las formas de hacer política no debe terminar aquí. Si la elaboración es clave, la ejecución también. Y en este caso, la pedagogía es fundamental. Favorecer que a través de las cuentas y su ejecución la ciudadanía se empodere y entienda la amplitud del contexto en el que los ayuntamientos estamos inmersos, así como la falta de autonomía como administración más cercana a la gente.

La denuncia del artículo 135 de la Constitución, la Ley de Estabilidad Presupuestaria o la Ley de Racionalización de la Administración Local cobran fuerza cuando tienen efectos directos sobre el proyecto a ejecutar en el territorio, en el barrio. Sin esa pedagogía que haga palpable las consecuencias para los municipios, será imposible que en nuestros barrios se comprenda por qué aquella mejora en la calle o aquel proyecto para dinamizar el verano o aquel taller de cultura se quedaron sin poderse llevar a cabo.

Es necesario explicar que seguimos soportando las consecuencias de la crisis-estafa: el rescate a unos pocos -bancos y grandes fortunas- y la corrupción. Primero, vino el saqueo de lo público, y luego, para evitar que esto se repita, resulta que la administración se burocratiza en exceso y la gestión se ralentiza hasta límites a veces desesperantes. Y así, la administración más cercana a la gente está cada vez más lejos de sus tiempos y necesidades.

La economía ha sido, hasta ahora, el espacio reservado para unos pocos que bajo un lenguaje cifrado, excesivamente técnico, han querido hacer de éste su coto privado. El reto para 2019 es democratizarla aún más, abrir espacios para codecidir, para empoderar y participar los Presupuestos. Ahora es el momento de empezar. Que la economía del masculino singular sea pasado imperfecto, y el futuro sea femenino plural donde todas las personas caben.

Pues no vale sólo con estar y hacer, teniendo como prioridad mejorar las condiciones materiales de vida de nuestros vecinos y vecinas, hay que transformar, sembrar semillas de las que brote otra ciudad para, por y con su gente.

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