No me refiero a la canción de Julio Iglesias, sino al experimento que he hecho: no leer la prensa ni sentarme ante el televisor ni ante la pantalla del ordenador por espacio de una semana. El móvil lo he atendido con reparos, que no es excepción sino costumbre inveterada. Después de este tiempo muerto -en realidad, vivo-, compruebo que la vida no sigue igual: empeora por día a pesar de los enormes sacrificios de nuestros ángeles de la guarda para proporcionarnos felicidad a raudales, sin que nadie lo reconozca. ¡Qué injusticia, pordió!
Pero como no cabe despedir el año con espíritu crítico, hay que resaltar lo maravilloso que ha sido éste pese a la pandemia que, muertos aparte, ha servido para unir más a las familias y a los allegados, además del reconocimiento explícito a la avalancha diaria de consejos trascendentales para orientar nuestras vidas. ¿Cómo pasar por alto el perfilador de cejas o la esmeriladora de alto rendimiento? ¡Qué sería de nosotros sin estas guías comerciales e incluso, llegado el caso, espirituales! ¿Se atrevería usted a comprarse un jamonero sin haber consultado previamente cincuenta sugerencias imperativas? ¿Y un robot multifunción? No digamos nada si se tratara de un probiótico multiorgánico, ¡ni un multiloquesea!, que esto es lo que se desprende de la plurinacionalidad, panacea para que cada interesado busque su acomodo.
Lo mismo sucede con el reinado de los putiplistos, ¡emocionan tanto! Porque al común de los mortales no nos basta con nuestros propios dramas, tenemos que buscarlos en los reyes y reinas del mamoneo, sufriendo a la par que los sufren Isabel Pantoja y su adorable hijo Kiko; los enfrentamientos entre Mila y la que se ponga a tiro; el sinvivir de Calvo, de Montero (Chus e Irene); el desasosiego de Begoña y Pedrín, la tensión vecinal de los marqueses de Galapagar; las luchas incruentas de Casado y Abascal… En fin, todo en el mismo plano, en el mismo rasero. Y no se preocupe si todo sigue igual.
Este año que se va tiene argumentos para despedirlo con serena alegría: la Ley Celaá, que tanto influirá en el nivel de preparación equiparando la Educación a cursillos de ping-pong, de cortador de jamón o de esquí acuático; la justificada desaparición del español en territorios separatistas; la generosa acogida en el seno gubernamental de los que quieren que España desaparezca; la loable consolidación de los excelsos para gestionar las instituciones, las vidas y las haciendas de los condenados de antemano; el triunfo definitivo del feminismo con los argumentos que aparecen en titulares: "Karol G (¿?) usa un picardías sin sujetador y lo muestra todo"; "Sexy Khloë Tarae (¿?) se le abre la bata y no tenía nada debajo"; "Rianna utiliza los calcetines que Jennifer Lopez modeló abierta de piernas", por poner algunos ejemplos ilustrativos; y si usted no se conmueve ante semejantes muestras de sensibilidad, perdone que se lo diga: usted es un troncho, muy lejos de ser el progresista ejemplar que desean los que parten el bacalao para que todo siga igual. 
 

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