Lo he leído: "El plan comunista de Davos entra en el informe España 2050 del Dr. Sánchez y se resume así: No tendrás nada y serás feliz". Espere, espere que lo mejor viene ahora: El susodicho plan especifica que elevar los impuestos aumenta el "grado de satisfacción vital" de los españoles. ¡Qué alegría ser pobre, pordió!

Qué, ¿cómo se le queda el cuerpo? Más o menos en esto se basa el futuro que el todavía presidente diseña para 2050. ¡Lo siento por los que viváis para entonces! Todo está bien urdido ya que la idea nace nada menos que en el Foro Económico Mundial: "En 2030 ya no tendrás nada y serás feliz". Si usted no lo entiende es que no tiene ni idea de lo que es el "capitalismo inclusivo"; pero no se preocupe que se lo explico: el capitalismo inclusivo consiste en acatar todas la medidas que sirvan para elevar los impuestos con tal de desposeer a la población de sus legítimos bienes y ganancias. Ya ve, una visión fresca y moderna del comunismo puro y duro de toda la vida. Una gloria insospechada gracias a que los nuevos eco-tributos la sociedad accederá gustosamente al empobrecimiento de su vida; pero esto no será motivo de amargura sino de felicidad.

Sánchez, el redentor, no pone ni quita coma; él es un ferviente convencido de un principio que fijan los que saben de esto: "En España, los que ganan entre 4.500 y los 6.000 euros al mes (¡¿?!) el porcentaje de insatisfacción es prácticamente el mismo". O sea, que llegado a un cierto nivel, disponer de más dinero no da más felicidad y como esas cantidades las cobra cualquiera, a los que ganan 600 ó 640 euros, les ocurrirá lo mismo, a no ser que se trate de los desgraciados pensionistas que sólo pretenden fastidiar.

En España, lo normal es ganar entre los 4.500 y los 6.000 euritos; vamos, es lo menos que se despacha para el 98% de los trabajadores, incluidos los temporeros con contratos semanales, los que recogen la fresa, los médicos con el MIR recién estrenado, los profesores indiscriminados… Usted ya sabe, como el bienestar es subjetivo, no se incrementa gracias al efecto saciedad, y al no haber más felicidad, el Gobierno propone aumentarla elevando los impuestos a los más pobres de la población ya que está convencido que esa felicidad estará motivada porque el aumento de las recaudaciones están destinadas al "bien común". ¿Lo entiende ahora?

No quisiera caer en las estupideces de Nostradamus, pero está meridianamente claro que todo aquel que no tenga ni para el pan está desahuciado y a toda su familia pasando hambre; aunque evidentemente no puede sentirse desgraciado ya que su satisfacción vital, su bienestar subjetivo y la certeza de que contribuye a la felicidad común, serán suficientes para que entienda que expropiarle de la forma que sea -nómina o vivienda- es lo correcto porque beneficia a todos. ¿Y quiénes son todos? ¡Por favor no se ande con tiquismiquis, para eso ya Hacienda está preparando campañas para que pueda asimilar lo que dará en llamarse "adoctrinamiento tributario". Y esto, todavía para usted, analfabeto, es mucho pan para tan poco huevo.

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