Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Siguen existiendo, y por mucho que disimulen los redentores de patrias, jamás desaparecerán. Dígame, por ejemplo, si un médico puede ser compatible con la eutanasia; un docente con la pederastia o que un juez ejerza según sean sus convicciones políticas. A eso voy.

Si un miembro de las Fuerzas Armadas debe mantener la neutralidad política según la Ley, y no podrá fundar ni afiliarse a partidos políticos, y tampoco puede ejercer el derecho de sindicación y por tanto tiene prohibido fundar un sindicato, afiliarse a uno o realizar actividades sindicales, los jueces, según el texto del Art. 127 que se reitera en el 395 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, dice textualmente: "No podrán los jueces o magistrados pertenecer a partidos políticos o sindicatos ni tener empleo al servicio de los mismos. Ignorarlo será considerado como falta muy grave". Así las cosas que, para el caso, lo mismo dan las adscripciones de facto que las íntimas tendencias, sobre todo cuando estas salen a flote en función de intereses muy concretos.

Por eso, cuando entre los partidos progresistas la han liado con la reforma-nombramientos del CJPJ y hasta Europa ha tenido que intervenir, hay algo que no funciona como debiera, en este caso el intento de anular esa independencia porque legalmente está penado y habrá que atenerse a las consecuencias. Pero lo que ya no se borra es que el Ejecutivo haya señalado a los jueces que están en un bando o en el otro, y aunque ninguno esté formalmente afiliado ya se sabe del pie que cojea cada uno. Ese es el verdadero drama.¿Que a qué viene esto? Sencillo, porque hoy cualquier movimiento que haga el gobierno o la oposición, no está exento de suspicacia, tal es la desconfianza creada por ellos frente al graderío, hasta el punto de que es normal que el público de la sala diga sin rubores: "Politizar es sinónimo de emputecer". Con esto pasa como con las ideologías que no pasan de ser consignas. Esta decepción/desengaño hacia la clase política se lleva fraguando desde mucho tiempo atrás, pero de cuando en cuando, como los sarpullidos, aparecen una y otra vez.

Citar casos de puertas giratorias sería exhaustivo, pero bastaría con citar dos nombres: Grande-Marlaska y Baltasar Garzón. El primero por si se le ocurre volver a la judicatura después de haberse decantado como socialista in pectore. El segundo porque amenaza con volver a ella, después de ser expulsado de la carrera judicial por pretender entrar en todas las salsas -de su pareja sentimental no digo ni pío-. Estos sujetos, como tantos y tantas que aparecen galleando en los medios sus incompatibilidades, deberían estar proscritos no porque así lo diga la Ley, sino por la catadura moral que cada uno muestra sin disimulos. La catadura moral es una huella imborrable para la no existe disimulos ni coartadas. Ni siquiera se trata de juicios de valor, sino de evidencias que no admiten interpretaciones por mucho que se empeñen en hacernos ver lo contrario. Triste, pero esto es lo que hay.

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