La esquina del Gordo

La invasión: ¡Sálvese el que pueda!

De eso van, de contabilizadores de la mierda ajena sin mirar la propia...

El título de este comentario de hoy es lo menos que se puede decir ante la avalancha que se nos viene encima. Lo apuntaba el martes pasado en mi ‘muro’ (¡qué moderno soy, pordió!): Lo de Sánchez no es un Gobierno, más bien un desembarco, como el de Normandía pero con mayor cantidad de gente desbocada.Compréndalo, no se trata de reducir el gasto público, sino de prestar mejor servicio al ciudadano. ¡Lo confortable que va a ser ahora salir de la cama y encontrarse con la bienvenida de uno o dos ministros, alguna vicepresidenta, tres o cuatro subsecretarios, diez directores generales, veinte jefes de gabinete y tropecientos asesores de confianza, todos para aplaudirle la temeridad de empezar el día y dispuestos a dejarse la piel por su felicidad, Bienestar y Consumo… (Por cierto, ¿existe algún ministerio dedicado específicamente a esto?) ¡Es tan fácil perderse en esta selva…! Hay que estar alegre por la cantidad de problemas que nos van a solucionar desde que pongamos el pie en el suelo cada mañana.

Pero… Sí, ¡Ya está el pero de siempre! No, nada, es solo una pregunta: ¿Circulando como circularán todos por la izquierda, habrá atascos? No, mirusté, se decretará un nuevo código. Además ¿no se ha dado cuenta que para manejar una piara basta con un par de perros? El problema, si es que llega a haberlo, será interno por el afán por servir a la ciudadanía, podría llegar hasta el paroxismo entre ellos: ¡Este problema lo arreglo yo! ¡No, yo; que para eso concierne a mi ministerio: “¡El aeropuerto de Villarrubia de Arriba me corresponde a mí, que para eso es de allí mi cuñado!”

Ya verá como la cosa se anima, sobre todo en lo cultural, faltarán actos de este tipo para que todos puedan presidir siquiera alguna tertulia de barriada; la docta conferencia del pinchaúvas local; el ágape por el aumento de bombillitas en la feria; la presentación del anteproyecto del proyecto para la construcción del carril-bici, ¡o un tranvía ad calendas grecas…! Contando los ocho mil y pico de pueblos que hay en España, incluidos los separatistas y los despoblados, un par cachupinadas semanales no van a faltar en ninguno de ellos. A este paso y con a este tren será posible que se llegue a celebrar hasta la llegada de patatas a la tienda de la esquina, como en los tiempos del cólera morbo.

Menos mal que para paliar todo este desmadre tenemos a los “Ytumás”, nueva especie animal de descerebrados que siempre atacan al de enfrente: ¡Pues en el pueblo de tu cuñado tienen diez tenientes de alcalde! ¡Y en el de tu tía Paca, cinco y diez asesores, y no llegan a los mil habitantes! De eso van, de contabilizadores de la mierda ajena sin mirar la propia, y no tienen ni siquiera la valentía ni la capacidad para denunciar lo principal: la inmoralidad/impunidad con que la casta –sea cuál sea el color– se aprovecha de los contribuyentes. ¡Sálvese el que pueda!

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