Quizá influido

Seguimos viendo las concentraciones, las risas sin mascarillas, los alegres cantos funéreos

Escribo, casi con seguridad, influido por el artículo que el Dr. Chamorro publicará mañana lunes. (San) José Chamorro, como le suele decir mi querido poeta Rafael Duarte, que lo conoce bien, construye sus artículos con perseverancia, muchas ideas, rigor y buen tono. No por ello, algunas veces, como mañana, dejan de resultar demoledores. Porque se dibuja un escenario que, Dios mío, se parece a la verdad que puede que esté ya aquí. No es mi intención, en absoluto, adelantar su contenido, ni siquiera resumirlo. Pero sí expresar la atmósfera de influencia que me ha provocado. Puede, también, que sobre mi ánimo pese la muerte de Pepe Macías, amigo de siempre pero especialmente de los últimos años. Que alguien con tanta vida y tantas ganas de vivir haya sido derribado por una enfermedad verdaderamente cruel, me afecta especialmente. No es sólo su caso. Otra persona de la que soy deudora, el doctor Justo Juliá, me ha escrito que ha sido enfermado por el covid-19. Esta enfermedad se parece cada día más al juego de los barcos, las dos coordenadas hunden a un submarino, la vida se parece a las cuadrículas rellenas con aspas. Sin que lleguen las vacunas en la proporción debida y deseada ni, sobre todo, lo haga la sensatez a quienes no quieren comprender que la enfermedad no termina cuando te alcanza si no que ahí es en donde realmente empieza su propagación. Sobre todo en el tiempo en donde ni se sospecha que ya uno está infestado y que, por lo tanto, está haciendo enfermar a todos los que lo rodean, especialmente a los más cercanos. Pero nada, seguimos viendo las concentraciones, las risas sin mascarillas, los alegres cantos funéreos, sin contemplar el sombrío horizonte de la pobreza que avanza por donde nadie podía pensarlo. El dueño del bar en donde tomo un café por la mañana, muchas mañanas, todavía no se ha resarcido de la deuda que le ha dejado la primera oleada, ¿de dónde? Desde mi auto confinamiento actual me pregunta cómo levantará cabeza con esta nueva oleada que le va a cerrar el horario y el resarcimiento. Todos tenemos muchos amigos en eso que se llama "la hostelería". Somos de bares, de encontrarnos en torno a un café o una cerveza, de toda la vida, la calle Real era un bar de tapas y a las dos una paella recién hecha. Penoso ya el recuerdo de lo que fuimos, de lo que hoy hay. No esgrimo teorías sociológicas sino la mirada desapasionada, la descripción fría, la crónica urgente. Es insoportable el peso de lo obvio, es insufrible la repetición de la certeza porque siguen fumando en las terrazas, hablan sin mascarillas, se juntan muchos, no quieren mirarse en el espejo de la muerte.

Pero ya decía, todo esto está influido por la extraordinaria pluma del doctor Chamorro, lo confieso.

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