Análisis

Montiel de arnáiz

La ideología, estúpidos

¿Y qué hacen los sectarios? Utilizar las desgracias humanas como arma arrojadiza

Me gustaría pertenecer a un partido político. Es decir, no me refiero a ser socialdemócrata, sino a un carnet de afiliación. Eso te quita muchos problemas a la hora de tomar decisiones y ponderar lo que es bueno y lo que no. Conozco a gente que se levanta con el carnet en la boca y que no tiene necesidad de reflexionar sobre las situaciones que acontecen: son las ventajas del pensamiento único, de la superioridad moral, del uso constante del "y tú más" (Es mentira, no me gustaría pertenecer a un partido político y, de hecho, mi independencia ideológica hace que algunos me hayan encasillado en diferentes partidos del arco parlamentario dependiendo de si un día defiendo una postura liberal u otro ataco una conservadora).

Estamos en una sociedad cada vez más polarizada, incluso sectaria, sumida en la autarquía del "ellos" y el "nosotros", y se utilizan las posturas ajenas para categorizar al kantiano modo, pero en despectivo, a cualquiera que se atreva a manifestarse en público. Pongamos como ejemplo la llegada masiva de inmigrantes a la costa gaditana. Esta putrefacta sociedad que estamos legando a nuestros descendientes etiqueta como progre o racista en función de una opinión, en una especie de ópera-rock orwelliana en la que al final siempre muere alguien y no es el mayordomo. Las ideologías, cada vez más radicalizadas, deciden por nosotros. Si estás a favor de que entren por la frontera centenares de pateras repletas de inmigrantes, si entiendes que lo humanitario es evitar que se ahoguen antes de alcanzar la orilla, si no crees en las fronteras y entiendes que debe dárseles paso, cobijo y residencia sólo por venir a España, es que eres muy de izquierdas, o sea un comunista. Por el contrario, si entiendes que han de cerrarse las lindes y sólo ha de acceder al país quien tenga pasaporte y documentación en regla, si consideras que algunos extranjeros vienen con sarna y es preciso pasar por un previo control sanitario, o que vienen a delinquir con tal de salir adelante, o lo que sea, eres muy de derechas, o sea un facha.

Uno, que siempre ha pretendido ser aristotélico, suele acudir al punto intermedio, donde normalmente pasta la virtud. La justicia llega al individuo cuando se atiende a su situación personal: no es lo mismo un asilado que un refugiado o que un migrante; es distinto huir de un genocidio que de un juez. Primero, es necesario atender al que llega y, luego, discriminar al grupo, determinar las situaciones individuales de cada cual.

La Guardia Civil y Cruz Roja hacen un trabajo encomiable, por mucho que panfletos pseudoperiodísticos critiquen a la primera. La situación se ha desbordado: no hay agentes suficientes ni se tienen los medios adecuados y necesarios mientras que miles de subsaharianos esperan en la frontera de Marruecos la oportunidad de alcanzar nuestras costas haciendo millonarias a las mafias por el camino. ¿Y qué hacen los sectarios? Utilizar las desgracias humanas como arma arrojadiza desde sus púlpitos de la Barrosa, Sotogrande, los Caños o el Palmar.

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