En los medios de comunicación se presentan los problemas que a veces crean los padres y las madres de futbolistas jóvenes durante los partidos. En ocasiones en los entrenamientos se dan también situaciones de padres y madres quejándose al entrenador porque otro niño o niña en el último partido ha jugado más tiempo y no se lo merece, o porque el entrenador ha convocado a otro jugador que ha faltado a varios entrenamientos, o porque…

A ciertas edades los entrenadores sobre todo deben educar a través del fútbol: trabajar en equipo, respetar al contrario, al árbitro y a las reglas de juego, saber ganar y perder o superar la adversidad, porque el fútbol no es como la vida, el fútbol es la vida.

Pero también hay que hacer autocrítica. Mi amigo Juan Álvarez presentó unos datos respecto a la temporada 2014-2015. En las categorías Benjamín y Prebenjamín, todas las tarjetas mostradas por los árbitros fueron para los entrenadores y miembros de los cuerpos técnicos. Ningún jugador obtuvo tarjeta. En la categoría Alevín los entrenadores y miembros de los cuerpos técnicos se llevaron el 90% de las tarjetas y en Infantil el 80%. Algo no funciona bien. En los partidos de fútbol profesional no ocurren estas cosas, ¿por qué sí en fútbol base?

Se han extendido imágenes de decálogos de comportamientos que los menores piden a sus padres y madres cuando van a verles jugar un partido, y quizás haya que extender estas peticiones a todos los que participen en un encuentro. Algunos son: respeta al árbitro; no insultes a los jugadores rivales ni a mis compañeros; si una jugada no me sale como esperas, continúa animándome; yo no quería fallar ese gol, lo hice lo mejor que pude, por favor no te enfades y sobre todo por favor, no me grites.

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