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Análisis

José guerrero 'yuyu'

A lo grande

Tampoco se trata ahora de comprar palomitas y ver la vida pasar

Lo de esta temporada ha sido tan atípico que ni el Cádiz parecía el Cádiz. Eso de salvarnos faltando tres jornadas para terminar la liga parece que no va con nosotros, pero es la muestra definitiva del temporadón que se ha marcado este equipo. Esta temporada lloran tristes los fabricantes de marcapasos gaditanos, los distribuidores de pastillas de esas que se ponen debajo de la lengua cuando te duele el pecho, y también lloran desconsolados los que apostaban por largar a Cervera por su estilo de juego y sus rachas de partidos sin ganar.

Malos tiempos para la lírica que, por cierto, todo cadista los ha tenido a lo largo de su existencia (un servidor el primero) y el que diga que no, que tire la primera piedra. Y es que si la liga hubiera seguido su curso natural y su lógica futbolera, el final de liga seguro que no se hubiera permitido ni en radio, ni en televisión, a los de corazón endeble y no apto para sustos. La victoria del otro día del Éibar, resucitando feliz cual Drácula en un congreso de donantes de sangre ha puesto la lucha por el descenso preciosa, para verla desde fuera como nosotros, porque no me gustaría estar en el pellejo de esos seis equipos que pelearán por un talonario de alojamiento anual en la prestigiosa Venta del nabo.

El Cádiz remató su trabajo ante el Huesca y tampoco se trata ahora de comprar palomitas y ver la vida pasar. Por vergüenza torera lo primero, para no regalar puntos a nadie en perjuicio de otros que los necesitan para salvarse. Y luego porque, aunque sea un simple detalle, este equipo se merece ponerle la guinda al pastel mejorando su mejor clasificación en Primera División (12º Puesto) conseguido en la temporada 87/88 con Víctor Espárrago en el banquillo. Sinceramente, creo que lo vamos a conseguir. Porque para muchos cadistas, entre lo que me encuentro, esta ha sido sin duda la mejor temporada amarilla en Primera. Hubo otras de matagigantes, pero con otros más pequeños que nos partieron la boca. Hubo otras quizás con mejor juego, pero donde se acabó con los huesos en Segunda por falta de mejores resultados. Hubo otras con más magia en el césped, pero cuya varita no sirvió para evitar otra caída a los infiernos. Esta temporada ha sido el triunfo de la efectividad, el del cocinero que hace un plato exquisito con los ingredientes que tiene y no con los que le gustaría. Porque el mejor entrenador no es aquel que consigue los mejores resultados con los mejores jugadores, sino con los que tiene.

Y ese es Álvaro Cervera. Porque ver las tres ultimas jornadas en Primera más tranquilos que un koala con una sobredosis de valeriana no entraba ni en nuestros mejores cálculos. Así que vayan comprando palomitas para "disfrutar", nunca mejor dicho, de esta apasionante liga por arriba y por abajo donde tenemos reservada butaca de primera fila. Solo nos queda tratar de mejorar nuestra mejor clasificación y empezar a pensar en la temporada que viene, con público en el estadio, y con la ilusión de superar esta. ¿Por qué no?.

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