Por desgracia no son tiempos del Gran Azul, ni suenan los Beach Boys, están muy mayores, son tiempos de olas, olas ridículas, pues si es normal hablar de segunda ola, la tercera ola ya sobra y mucho, pues supongo que después de la Semana Santa vendría la cuarta ola, tras el verano sería la quinta ola; después de las próximas navidades sería la sexta ola, o la primera ola versión veintidós, o la dos punto uno. Otra cosa sería si deciden hacer las numeraciones guión año.

A estas alturas el Covid no viene por olas, como no hay centésima cuarta ola de la gripe. A estas alturas de la historia el Covid es una nueva enfermedad,  para la que confinamientos y ruinas económicas no sirven de nada, pues siempre esta ahí. A estas alturas deberíamos de ser conscientes de que lo de tercera ola y más medidas carece de sentido. Tendría más sentido asumir la gravedad, recomendar prevención, y sobre todo invertir, estudiar y aplacar.

No es necesario advertir que la gente se abrigue en invierno, aun así, si alguien o muchos no lo hacen y se resfrían o cogen una pulmonía celeste, no se adoptan medidas gubernamentales. La gravedad del problema es la universalidad, el hecho de que afecte al mundo, no a países concretos, lo cual supone, con mayor razón, que hemos de cambiar los hábitos.

Podemos pensar en la insalubridad del medievo, de cómo la peste asoló Europa, y de cómo cambiamos muchos hábitos de vida. Hoy creo que no habrá más olas, y sí cambio de hábitos de vida, espero que se le de mayor importancia a la sanidad, que se tenga mayor capacidad de reacción frente a zarpazos médicos.

Quizás esta gran ola nos convenza a todos de que no es cuestión de virus, es cuestión de prioridades, de saber que en la vida es mejor remar en una sola dirección que enfrentarnos. Estamos ante la última ola, la ola en que descubriremos que lo grave del asunto es nuestra capacidad de reacción, nuestra falta de previsión frente a la naturaleza, nuestra escasa preparación para vivir en un mundo  que nos empeñamos en doblegar, y que cuando quiere nos demuestra lo que verdaderamente somos. Ojalá aprendamos que más que dominar al virus debemos aprender a vivir y enfrentarnos a todo lo que el mundo nos brinda.

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