Lo del Concurso del Carnaval de Cádiz es para hacérselo mirar. Durante todos estos días hemos estado asistiendo a manifestaciones de muchos autores, que están totalmente en contra de muchas de las cosas de un concurso en el que participan. La mayoría se queja de la duración del concurso, de la organización, de la frialdad del público, de la calidad, etc. Y la verdad es que quejarse está muy bien pero a la mayoría de los autores se les va la fuerza por la boca en denuncias, pero solo encima del escenario. Me resulta curioso que se le cante a presidentes del gobierno y políticos en general (donde la mayoría de las veces ya saben dónde va a ir a parar esa copla, es decir que solo va a servir para complacer los oídos de un público agradecido, porque al político se la trae al fresco), que se cante a cosas denunciables pero que poco van a cambiar porque se le dedique una copla y no se reserve ni un pasodoble ni un tango para denunciar las miserias de un concurso que todo el mundo está de acuerdo en arreglar y nadie hace lo más mínimo por ello. Al concurso le hace falta una revisión casi integral porque a día de hoy si pasa una ITV no la supera. Pero los pesos pesados del concurso se conforman con manifestar su pesar en entrevistas y declaraciones y nadie hace nada por arreglarlo. Hace falta que de verdad alguien coja ya el toro por los cuernos y se atreva a plantarle cara a algo con lo que está bastante en contra. De lo contrario este concurso se nos va de las manos y está condenado a la extinción. Cádiz, la ciudad del inconformismo en las coplas sobre las tablas de Falla se transforma en la Cádiz sumisa en bambalinas del mismo teatro una vez que cae el telón. Copleros que le cantan a lo que no pueden arreglar y que callan ante lo que podrían solucionar. Qué curioso, ¿no?

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