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Yo te digo mi verdad

El frailecillo

Es posible que en miles de rincones del mundo estén aconteciendo felices sucesos

Dos mujeres de San Fernando decidieron casi empezar el año con una buena acción inusual: ayudar a sobrevivir a un frailecillo, es decir a un ave llamada así, que encontraron en la playa de Camposoto. Su acción es inusual, primero por lo extraño que resulta toparse con este tipo de pájaro; y segundo, por su actitud de preocupación solidaria con el animal en dificultades, agotado y en un entorno tal vez inhóspito para él. Ahora, los expertos veterinarios le ayudarán a reemprender su vida de pájaro.

Es imposible saber si estas criaturas son capaces de albergar algún tipo de sentimiento de gratitud hacia sus salvadoras, ni siquiera si en primer lugar al frailecillo de Camposoto le sobrevino el pánico por verse atrapado y trasladado, o si luego le invadió el alivio por el tacto de las tiernas y acogedoras manos. Sí es más fácil de adivinar la satisfacción de las dos mujeres al sentirse redentoras de un bicho que, en principio, ni les va ni les viene.

Extraño animal, ciertamente, el ser humano, cuyos especímenes pueden llevar en su interior el más alto espíritu de bondad y piedad a la vez que la más baja, subterránea, capacidad destructiva del egoísmo. Ni siquiera puedo estar seguro de que estas dos mujeres, de las que sí está probada su misericordia con actuaciones como la que comentamos, no sean capaces de maquinaciones incluso contra sus semejantes, en otras circunstancias y con otro objeto de sus acciones.

Sea como sea, debemos dar las gracias a quien corresponda por la suerte de que personas y factores se hayan confabulado inconsciente y casualmente para producirnos noticias como esta, pequeña y enorme a la vez. Es muy posible que en miles de rincones de este infinito mundo estén aconteciendo felices sucesos del mismo rango que el de la playa isleña. Y es seguro que su abundancia, aunque no noticiosa, es lo que está sosteniendo el entramado de la vida, frágil pero hasta ahora resistente, a lo largo y ancho de toda la superficie planetaria. La esperanza pende de estos hilos, tan delgados como luminosos.

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