Son días de inquietud. A los graves problemas existentes se añade ese extraño “altruismo” de tanto violento en el Paseo de Gracia, defendiendo a quien, en mi taller literario, podría pasar por antihéroe. Nos preguntamos si recibirán alguna recompensa.

Aclarándome dudas, llegan mensajes cuaresmales de alarmante actualidad: “Aparecerán falsos dioses, por sus frutos los reconoceréis”.

¿Qué es un falso dios? Sin duda un empoderado que como primer mandamiento lleva el estar convencido de “su necesidad social”, enaltecida en nombre de “su libertad”. En la historia de la humanidad siempre existieron. Pero, ¿qué les deifica para que sus seguidores siembren el caos, apedreen a la policía y defiendan su derecho a desear odiar? Clasificarlos como ineptos sería una torpeza pues supone simplificarles o eximirles su maldad.

Me preocupan esos jóvenes que acuden. Deberían de conocer mejor el pasado desde la asignatura de Historia para no repetir sus errores. ¿Cómo interiorizaron la Religión o la Ética? No están luchando por salvar las ballenas, ni contra la contaminación. Esos adolescentes con ropa de marca, están perdidos porque desconocen otros líderes. Mientras, en otro rincón, algunos cantan enalteciendo el pasado, por televisión compruebo como en Melilla pretenden olvidarlo. La sociedad se tambalea.

Los padres tenemos una responsabilidad colectiva. Somos los primeros trasmisores de ideas e ideales. Al justificar odios, acabamos confundiéndolos. Es nuestro deber educar a los hijos haciéndoles entender que la libertad individual nunca está por encima del bien común. Los derechos a protestar no pueden estar por encima del respeto que merecen los vecinos, los policías o los comerciantes. Pero, sucede que el respeto no nace de lo que decimos, sino de lo que nos ven hacer.

Si los adultos culpables y los responsables de esos menores pagaran lo quemado, lo deteriorado, pondrían mayor interés en controlar los mensajes violentos que recibieran.

¡Ah! Espero que la abogada que defiende el derecho de odiar a la policía no la necesite nunca. Colma el vaso el mal ejemplo que dan algunos que nos gobiernan.

Solo conociendo qué tipo de sociedad necesitamos, podremos lograr su capacidad de cambio. Reflexionemos. ¿Quiénes se podrán aprovechar de estos desconciertos fabricados? ¡Los extremos se tocan!

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