Análisis

Domingo Martínez González

Profesor de la Escuela de Arte de Jerez

Un extraordinario honor

Una serie de felices acontecimientos se avecinan en Jerez en torno a la figura del polifacético y admirable artista Luis Gonzalo González González.

Suelo decir que afirmar que un amigo merece un reconocimiento supone una obviedad, pero considero que Luis Gonzalo reúne sobradamente los requisitos para estar presente (es inaudito en su caso el don de la ubicuidad) en cuantos ámbitos proceda señalar su abnegado empeño y su inconmensurable generosidad.

Defensor de sus profundas raíces jerezanas y convencido globalizador de iniciativas que aglutinan el maravilloso potencial de la Bahía de Cádiz en sus múltiples intervenciones en escenarios plásticos y académicos de todas las latitudes, se convierte en un alto valor de cohesionado protagonismo y excelencia productiva.

El Ayuntamiento de nuestra ciudad recepciona una importante y significativa parte de su producción artística, lo que supone un impresionante y generoso legado para su lugar de origen (los barrios de Santiago, La Plata y sus aledaños están siempre presentes en su florido y entusiasta discurso).

Elegante, dinámico, alegre, diríase pizpireto, Luis es uno de esos personajes que marcan con su trayectoria un singular marco de actuación que revalorizan cuanto acometen, que contagian y convencen.

Tengo el inmenso honor de figurar en el listado de retratos que ahora se presentarán en la Biblioteca Central. En cierta ocasión escribí sobre aquel niño que, con un lápiz en la mano, esperaba sentado en el escalón de la conocida Escuela de Artes y Oficios a que el profesorado le invitase a entrar como inicio de su formación y dedicación. Desde entonces han pasado muchas etapas discentes y docentes, pero todas de una dimensión extraordinaria.

Dicen que los griegos tenían dos palabras para referirse al tiempo: la cuantitativa Cronos (referida al tiempo cronológico o secuencial) y la cualitativa Kairos ("el momento indeterminado en el que las cosas especiales suceden"). Se trata del momento adecuado en el que se está en sintonía, en máxima plenitud.

Aprovechemos para agradecer el ofrecimiento que propicia nuestro entrañable artista y brindemos por la ocasión.

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