De la esperanza a la triste realidad

Tenemos encima la tormenta perfecta: mientras que los dirigentes políticos pierden el tiempo buscando culpables y sin saber estar a la altura de lo que exige la situación, los profesionales sanitarios se enfrentan a otra ola con falta de personal

Nos las prometíamos muy felices. Iban a ser unas Navidades diferentes y queríamos recuperar el pulso perdido en las fiestas del año anterior. Las ciudades recuperaban el pulso, quizás más de lo deseado y permisible, organizando sus mejores fiestas, compitiendo entre ellas en cabalgatas, alumbrados extraordinarios y publicitando llamadas para comprobar que sus pueblos ofrecen la mejor diversión del momento. Se abrió el grifo para procesiones extraordinarias, algunas sin algún sentido, capaces de llenar la ciudad de visitantes. Todo anunciaba el fin de la pandemia. Todos menos los que entienden de la misma, es decir, los profesionales de la sanidad. Estos, epidemiólogos, vacunólogos, especialistas en salud pública, profesionales de la atención primaria, pedían cordura, seguir manteniendo las medidas higiénicas y preventivas y, sobre todo, venían exigiendo la inversión en la sanidad pública.

La pandemia ha dejado claro una realidad, que sin sanidad pública la gravedad habría sido mayor, mucho mayor, y que sin esta cobertura pública seria imposible mantener el actual ritmo de vacunaciones y de atención médica. Pero ni una cosa ni otra. No hemos aprendido nada de la primera ola infecciosa y una vez pasada la situación de emergencia no se ha invertido nada en la sanidad. ¿Dónde está el dinero que el Gobierno central ha inyectado a las comunidades para sortear el Covid? Las comunidades no aclaran donde han destinado ese dinero pero sí queda demostrado que no se ha destinado para mejorar la sanidad, por lo menos todo el dinero.

Ahora, cuando la sexta ola sacude a toda España, nos encontramos con la atención primaria colapsada, los hospitales aumentando los ingresos y los cuidados intensivos en alerta por el aumento de ingresos. ¿Y que hacen los responsables políticos? Pues seguir echando balones fuera. Las comunidades autónomas tienen más competencias que las que ponen en marcha, como las tomadas por Cataluña. El problema está en que ninguna quiere enfrentarse a los gremios comerciales y les piden al gobierno central que tome las medidas que ellos no se atreven. Esta es la realidad, además de la confusión que existe por los continuos cambios contradictorios de información.

Estamos en un país en el que todo el mundo sabe de todo. Tertulias informativas dando opiniones como si fueran profesionales de la sanidad, comunidades autónomas circulando por caminos distintos, el Gobierno central tampoco se atreve a tomar medidas más drásticas, la oposición enfrentándose a cualquier medida que se tome y a los epidemiólogos nadie les hace caso.

Por consiguiente ya tenemos encima la tormenta perfecta. Mientras que los dirigentes políticos pierden el tiempo buscando culpables y sin saber estar a la altura de lo que exige la situación, los profesionales sanitarios se enfrentan a otra ola con falta de personal (Andalucía ha echado a la calle a cerca de 900 profesionales) y con la incomprensión de los ciudadanos que les exigen a ellos lo que tendrían que reclamar a sus dirigentes políticos. Por consiguiente, ante este panorama desearles a ustedes mucha salud y cuídense.

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