Vale que no trabajas dándole a una espiocha, pero eso no te convierte en clase media. Y haberte paseado, con la camiseta del Cádiz CF, sobre la cubierta de un crucero por la islas griegas, tampoco te transforma en un privilegiado.

Te crees un afortunado, con tu peluco de dosmilquinién en la muñeca, dándotelas de gourmet, y sabes de gastronomía lo que un sargento de cocina. Y de entendido en vinos, diciendo que tal vino tiene la madera muy integrada o huele a perdiz dormida. Chorradas, lo sabes, que crees que dan prestigio social.

Pero piensa un poco y admite que eres clase obrera, que perteneces a la Internacional de los Muertos de Hambre de la Tierra que han votado a los cenutrios y patanes, manifiestamente inmorales y dañinos, como Trump, Salvini o Bolsonaro. Perteneces a ese colectivo de 130.000 personas que han votado a Abascal en la Provincia de Cádiz, la provincia del paro y la desigualdad.

Eres clase obrera, amigo, sin conciencia obrera, uno de aquellos patitos criados en la incubadora neoliberal, que siguen ciegos a cualquier cosa que se mueva. Lo que antes era una persona y ahora es un cliente.

Te crees un afortunado, porque tu catálogo de desgracias va recubierto del caramelo del conformismo. Te convencieron de que la cultura no es más que entretenimiento, y que los valores cívicos, el espíritu crítico, la reflexión o la rebeldía son cosas de rojos. Así, prefieres gritar goooool ante la tele y llevar a tus hijos a un colegio de curas.

Eres lo más moldeable y lo menos molesto para el poderoso. Ese que hace el programa que has votado, lleno de cosas dirigidas a las tripas: España, inmigrantes, los toros o la cabra de la Legión, pero también -nada por aquí, nada por allá- con un proyecto económico basado en la impunidad y la codicia, dirigido a esquilmarte.

Eres ya carne de cañón para sus tres erres: primero recortes, después represión y por último rendición.

Sin embargo estás convencido de que es lo mejor. Vale. Yo lo que veo -y es mi opinión- es tu ceguera. Y tu ingenuidad edénica, ahora que el árbol del Bien y del Mal necesita una buena poda. Es lo que tiene cuando votas a tu propio verdugo.

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