Análisis

Carmen pérez

Sin los empresarios no saldremos adelante

Sin los empresarios no saldremos adelante. Todos deberíamos tener grabada en nuestra frente esta frase. Y bajo ese título hay que englobar tanto a grandes empresas como a pymes, autónomos y emprendedores: los componentes del ecosistema económico que con su actividad sostienen al resto, los motores indiscutibles que lo ponen en funcionamiento y lo mantienen en marcha. Conviene resaltar esto siempre, pero aún más en época de crisis porque dependemos de ellos para superarla. Una parte de la sociedad no termina de reconocerles la enorme importancia del papel que desarrollan y muchos incluso se dedican a desacreditarlos constantemente cuando son imprescindibles para hacer posible el Estado del bienestar del que disfrutamos.

Ellos, como diría Maquiavelo, "saben lidiar con la fortuna", y así buscarán cómo ofrecer sus servicios de otra manera, redefiniendo sus negocios para adaptarlos a las nuevas normas sanitarias. Ya estamos viendo cómo inventan miles de propuestas: hoteles "inmunes", con check-in a través del móvil o con kits de desayunos individuales; restaurantes reformados con mamparas, con personal protegido contra el virus, preparados para llevar el menú a casa o servirlos en el local, con mesas de servicio laterales para que el contacto con los camareros sea escaso; tiendas con probadores reconvertidos e higienizados; gimnasios con menor aforo; playas parceladas…

Y como los empresarios llevan en su ADN el ser innovadores, se atreverán a crear, a sacar de la nada algo que todavía no existe y materializarlo. Encontrarán las circunstancias que ofrece la fortuna en cada instante y reorientarán sus modelos de negocio para adaptarse a la nueva demanda de una sociedad diferente en la que la salud, los cuidados, el servicio a domicilio, el comercio electrónico y el teletrabajo se han instalado para siempre. Explorarán nuevos sectores que explotar y en los que diversificarse, como la transformación digital y energética, la sanidad, la agroindustria o el sector farmacéutico....

Del mismo modo, surgirán oportunidades del replanteamiento que necesariamente tendrán que hacer muchas empresas sobre dónde obtener los suministros que alimentan sus cadenas productivas. Alrededor de una quinta parte de las empresas se han visto afectadas, según la Encuesta empresarial sobre el impacto de la crisis del Covid-19, que ha publicado el Banco de España esta semana. Sin duda, el coste de ruptura adquirirá una importancia que convertirá en competitivas a empresas más cercanas que en su día fueron descartadas: las pymes estarán al quite en este cambio.

Con todo, para despertar del coma inducido y volver a competir en un terreno de juego con nuevas reglas, estarán necesitados de ayuda. De momento se les ha tirado la cuerda de la financiación y estos días se negocia en Europa un plan de reconstrucción europeo de hasta dos billones de euros para sacarlos del pozo. El endeudamiento que provocará será enorme, pero mucho peor aún será si no se gestionan esos recursos de forma inteligente. La desgracia del virus hay que tornarla en oportunidad. El que tropieza y no cae, adelanta: para conseguirlo hay que darle voz y valor al empresario.

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