Algo tan común como es ver crecer a tus hijos puede convertirse en toda una odisea, si te levantas, tienes una boda, la ropa y zapatos que le probaste a tu hija hoy no le entran, la boda es en el centro de la ciudad y apuestas por ir a él a solucionarlo un sábado por la mañana.

Nos ocurrió hace un par de semanas, una situación que a mí me bloquea instantáneamente y a la vez hace agudizar la vía resolutiva de mi mujer.

Ir al centro no es mayor problema puesto que vivimos en él, así que de inmediato nos arreglamos los dos y “medio arreglamos” a la peque con las prendas más acordes al evento que había en su armario, pero sin solucionar el desequilibrio de temperaturas existente en el “veroño” portuense.

Bajar la calle San Sebastián con idea de comprar ropa en el centro, recrea en mi mente la escena de la película 'Ocho apellidos vascos' en el que su protagonista, cruza hacia el norte Despeñaperros y todo se nubla en tormentas y lluvias.

Mi mujer, con el destino mucho más claro que yo, enfila calle Luna en busca de su objetivo; eso sí, conocedora del significado de mi semblante y de cómo suavizar a la persona en la que me transformo cuando no consigo controlar la situación, realiza un giro inesperado y decide primero invitarme a un cafelito con churros. ¡Cómo sabe ella...!

Con el cafelito en el cuerpo y algún que otro churro en el estomago, si es cierto, que veía las cosas de otra forma ya.

Entramos en la tienda y tras un trato y una dedicación exquisita, encontramos el traje y los zapatos para la ocasión. Ya teníamos vestida a nuestra princesa ¡completa!, gracias también a la bolsa mágica que llevaba mi mujer con calcetines y medias a juego con todos los vestidos posibles y toda la gama de colores habidas y por haber, o al menos eso decía ella, yo solo veía blanco y rosa.

De camino hacia la boda, por la Calle Larga y con la peque andando un poco adelantada respecto a nosotros, nos miramos, nos reímos a carcajadas y le dije, Rebeca, esto es para un 'Alambique'.

Contra todo pronóstico, había solucionado el problema en el centro, cosa que también me alegró muchísimo, casi igual que el vestido.

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