Hace días llegó hasta mi móvil algo para pensar. Si encierras hormigas de dos tipos en un tarro y lo agitas, no tardarán en exterminarse unas a otras. La pregunta no es quién las encerró ni por qué son distintas, sino a quién conviene esa agitación.

El enemigo es aquel al que tienes que eliminar. ¿Qué digo? Si nosotros no tenemos enemigos. Puede que, a veces, compitamos por asuntos como el derecho a un trabajo, pero de ahí a considerar enemigo a quien necesite lo mismo y luche por ello, va un abismo. ¿No estaremos confundiendo enemigo con oponente? Alguno lo olvida. No hay más que mirar a quienes nos mandan. No vamos por ahí.

Repito: el enemigo es aquel al que hay que eliminar. Para eliminar a un enemigo, antes hay que fabricarlo. Crearlo, sí. Convencer de su daño irreparable si no actuamos rápido.

Entre los alumnos se comprueba bien. Si hay rencillas en una clase y quieres evitarlas, una solución (terrible) es crearles un “enemigo común”: la clase de enfrente. Inmediatamente se harán piña. Nuestros buenos docentes saben crear equipo sin tener que recurrir a enfrentamientos. La intención del juego es disfrutar, participar y ampliar sus amistades. ¿Pasa igual con los deportes adultos? ¿Y entre políticos? Los buenos líderes saben defender lo que creen sin enfrentar, descalificar, ni considerar enemigo al que no piensa igual.

Ante el dolor que nos producen los niños heridos de Palestina, cabe preguntarse quién agita el tarro y cuáles son los intereses ocultos. Clama al cielo comprobar cómo, unas sociedades que sufrieron tanto, utilicen la violencia impidiendo cualquier posible entendimiento. Impresentable también quienes incitan a sus súbditos a lanzarse al mar con riesgo de sus vidas.

Un orgullo Juanfran Valle y la actuación de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Por Cruz Roja. Evidencian que el sufrimiento humano duele a todo bien nacido.

Crear un enemigo es demasiado fácil. Sus consecuencias, irreparables. Estos desbarajustes sociales solo interesan a los malvados que se benefician del desconcierto de las hormigas. Con lo que cuesta parir los hijos, que haya manos agitadoras pretendiendo arriesgar sus vidas

¿Qué sentirán esos líderes mientras rezan?

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