Análisis

José Joaquín León

No son dudas, son decepciones

Algunos jugadores no están en su mejor momento y el entrenador tampoco

Sigue la mala racha. El Cádiz perdió en Riazor, donde el Deportivo sólo dispuso de una jugada clara de gol: la que marcó Sabin Merino en el minuto 65. Suficiente, porque el Cádiz, en los 95 minutos que duró este partido, fue incapaz de crear ninguna con relativo peligro. Decir que no deben entrar dudas es una parida. Por el contrario, el sueño del ascenso se está complicando a base de decepciones y errores. El Cádiz no gana desde el 15 de diciembre en Oviedo. Después perdió en Carranza con el Numancia y en enero ha sumado dos puntitos. Además el Logroñés, de Segunda B, lo eliminó de la Copa del Rey en los penaltis. En 2020 no ha ganado. El problema no es que otros aprieten, sino que así es imposible seguir arriba.

En el Deportivo se ha apreciado la importancia de que un entrenador, Fernando Vázquez, sea capaz de cambiar la dinámica. Además de los fichajes, como Sabin Merino. En el Cádiz la principal novedad era el regreso de Garrido, tras la sanción, y la titularidad de Nano Mesa en detrimento de Iván Alejo. Atrás Rhyner mantenía la titularidad junto a Cala. Atrás la consigna era obvia: que no disparen a matar a Cifuentes. Ni una.

Y así fue durante más de 60 minutos. A pesar de que Aketxe disparaba las faltas desde más de 40 metros de distancia. Aketxe ya se ha diluido en tierras gallegas y se está quedando sólo para eso, como le sucedió aquí. El Deportivo llevaba la iniciativa, mientras el Cádiz se sacudió el dominio y controlaba. La primera parte fue intensa, con esa intensidad que aburre a los aficionados de paladar.

El árbitro Gorostegui no estuvo mal, pero ayudado en el VAR por Trujillo no quiso saber nada en las áreas. No creo que se le pueda culpar por un posible penalti a Nano Mesa, en el que el defensa tocó el balón, el delantero y todo lo que había por medio. Se pita unas veces sí y al Cádiz no. También le enseñó una tarjeta prescindible a Garrido, que resultó estratégica.

En la segunda parte, marcó el Deportivo en la única jugada peligrosa que crearon. Un pase telegrafiado de Gaku a la espalda de Cala y de Iza, que dejó solo a Sabin Merino para que se la clavara a Cifuentes en su salida. A partir de ahí le tocaba atacar al Cádiz, pero se estaba viendo que no había peligro. Sin ideas y sin remate.

Es evidente que algunos jugadores no están en su mejor momento y el entrenador tampoco. Con 0-0 prescindió de Lozano, al que después se añoró. No desplazó a Querol, que estaba en buena dinámica y el año pasado marcó el empate en Riazor. Durante el partido hizo algunos cambios del dibujo ofensivo, que los habrá analizado en su libreta, pero no fueron útiles. Pombo merodeó el área sin éxito. Al final le dio otra oportunidad a Iván Alejo, en plan revulsivo, y se volvió a ver que no sabe centrar. Era como una oda a la impotencia goleadora. Perea envió fuera un último chut. El Deportivo se defendió sin agobios.

El ascenso pasa por Carranza, donde van a jugar tres de los próximos cuatro partidos. ¿Es un fortín? Parece que ha dejado de serlo. Hay que rectificar muchas cosas, y darse cuenta de que también son necesarios algunos refuerzos, antes de que aumenten las dudas y las lamentaciones.

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