El camino siempre tiene cunetas. A ambos lados, para que el agua torrentera se encauce y no destroce el pavimento por donde transitamos con el vehículo. Las cunetas son como las compañeras de tu viaje, sólo que tienes que cuidar de no caer en ellas cuando una curva cerrada o un cruce de caminos. De vez en cuando ves a un esforzado peón caminero limpiando jaras, altabacas, jerjenes, lentiscos… los matojos que la naturaleza pródiga hace nacer y crecer en los lugares más inhóspitos. Pero dejando al margen las alegorías poéticas, es muy triste ver cómo los puercos, marranos, sucios, mal educado... las llenan de toda suerte de desperdicios, tirados por las ventanillas del coche. Latas de refresco que una vez bebidas se lanzan a ellas, papeles, plásticos, pañales, envoltorios de todo tipo. Vas en el coche admirando el paisaje, envuelto en verdes, en árboles, en dulces y atractivos paisajes y te ensartas en la suciedad y basuras que pavonan y escoltan tu viaje. No puedo, no puedo, me da una gran pena que ensucien las cunetas. No puedo remediarlo. Y si vas en viaje y ves a alguno que delante tira algo y se te ocurre tocarle la bocina… ni te cuento las respuestas, como si el cochino tuviera patente de corso para dañar el camino. Afortunadamente la nueva ley de tráfico penaliza estos comportamientos.

Lo mismo habría que decir del individuo/a que al parar el vehículo tira a la acera o a la calle un montón de colillas de los cigarros que fuma en su viaje y que en vez de almacenarlos y echarlos luego en su debido sitio, los tira indebidamente a la vía pública. Lo mismo pasa en las entradas o salidas de algunos bares, en los que sus clientes (a veces) se acantonan allí echando un cigarrito para después tirar las colillas al suelo. Culpa del tabernero de no poner y facilitar un cuenco o sucedáneo donde los clientes depositen sus colillas.

Tengo un amigo que fue al Japón y volvió sorprendido de cómo cuidaban allí estas cosas. Y contaba que los nipones han llegado al extremo de no tener ni papeleras en las calles, sino que guardan en los bolsillos sus desechos para depositarlos en sus casas o en los contenedores. Y, más aún, mi amigo fumaba y encendía con un cerillo los cigarros. Y cogió la costumbre, en el buen colmo de su urbanidad, de que el cerillo ya apagado tras encender el cigarro lo volvía a meter en la cerillera para ni siquiera este palillito tirarlo al suelo.

P/D. Yo en vez de ser un cascarrabias del tema, me gustaría ser un Machado para cantarle al viajero: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar/ Caminante no hay camino sino estelas en el mar". Yo más macarrónicamente le diría: "Caminante, no tires latas, o cigarros/ guárdatelo dentro y no seas guarro/ Caminante deja limpia la cuneta, deja ya de hacer puñeta…"

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