La esquina del Gordo

Las cuestas de enero, febrero, marzo…

Todo se reduce a un solo concepto: educación, que no interesa a los que detentan 'los poderes'

No quisiera pasar por agorero, pero la tan traída y llevada frase "subir la cuesta de enero" como sinónimo de dificultades, este 2020 -por lo que se aprecia-, se hará extensiva a la mayoría de los meses del año, 'velis nolis' (quieras o no quieras); y lo mismo que hubo años bautizados con nombres propios -el del cólera, el de la gripe española, el de la peste negra, el del garrotillo…-, este que empezamos ahora podría apodarse como 'el año del nudo en el estómago'; así, de forma indeterminada, porque las incertidumbres pueden producir trastornos mentales graves y hasta vómitos, diarreas o estreñimientos; y a ver quién dice que está vacunado contra todas esas amenazas cuando la única vacuna que existe no interesa que se ponga en práctica.

Hay que reconocer que el efecto de esta vacuna no es inmediato -nada que merezca la pena lo es-, pero poco a poco, a medio plazo, empieza a notarse sus efectos. ¿Exige dieta? Bueno, en principio una ligerita, sí; por ejemplo mirarse en el espejo ensayando sonrisas hasta dar con la que exprese con naturalidad el sentimiento de la sinceridad, vamos, que no se limita a los labios, sino a los ojos cuando son capaces de transmitirlo. A partir de ahí, rodado, viene la compostura en los ademanes, sobre todo cuando las manos dejan de ser portadoras de dedos acusadores, de puños amenazantes y solo manos dispuestas a estrechar y a ser estrechadas. Verá como se siente un clic en el cerebro y una sensación gratificante recorre el cuerpo después del primer abrazo.

En ese momento la cara en el espejo parece otra, es otra, y merece más respeto que la anterior, porque refleja un ansia de verdad, de verdades o, por así decirlo, un rechazo a todas las mentiras que se han ido admitiendo por pereza, por falta de preparación, porque es más relajante pertenecer a una manada que asumir la responsabilidad de pensar por uno mismo, porque la pretensión de vivir del pelotazo oportunista es más cómoda aunque impida saber mirar hacia el futuro, que siempre exige tesón, sacrificio y talento.

Todo esto queda reducido a una sola palabra, a un solo concepto: EDUCACIÓN, eso que decía al principio que no les interesa a los que detentan 'los poderes'; que ya es hora de pluralizar puesto que son la suma de todos los que de una u otra forma persiguen tenernos sometidos y sin capacidad de respuesta, a pesar de los subterfugios llamados intereses comunes, urnas o descaradas coacciones en aras de impunidades, que para eso están los que decretan las leyes, los que imponen empleos precarios y se ríen de la dignidad de los que no tienen más recursos que la obediencia.

Claro que mientras los trileros sigan confundiendo intencionadamente Educación con Adoctrinamiento y que la Formación se limite a escribir al dictado sin posibilidad de réplica alguna y a admitir los silencios cómplices como doctrina universal, las cuestas serán cada día más empinadas. ¿Tan difícil es entender que solo en la Educación radica nuestra única esperanza?

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