Que le corten la coleta

El globo morado está cada vez más desinflado, menos soportado y más dividido

Apablo Iglesias Turrión le ha salido la vena torera en el momento más inesperado, con lo animalista que dicen que dijo que fue. Tras la ruptura de las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez, el okupa ha resultado ser al final el propio Iglesias. Si se lo pide Pedro, el conspicuo líder de Podemos ha confesado que se plantearía cortarse la coleta, aunque no del modo en que quizá prefirieran Errejón, Carmena o el propio Sánchez, más proclives al "Pablo go home" que a que se perpetúe el régimen de castas en la secretaría general podemita, ya sea en la figura del líder supremo coletil o en la de su número dos sentimental, Irene Montero.

No puedo sino preguntarme cuáles son los auténticos motivos por los que el presidente Sánchez no quiere en su equipo de gobierno a Pablemos. Resulta raro, ¿verdad? Pedro debería estar encantado de integrar en su consejo de ministros a un líder surgido de la nada televisiva, duro contrincante electoral, azote de la casta socialista a la que tildó de vendida al IBEX35, acusándola de gobernar como si fuera de derechas; un peligroso matador que ha cortado los rabos de sus colaboradores en función de sus propios intereses partidistas. Además, cómo no recordar el modo en que Pablo Iglesias humilló a Sánchez y casi lo derribó del trono socialista en aquella tanda de negociaciones en las que "anunció" su plantel de ministros podemistas ni diez minutos después de haber llegado a un acuerdo.

La situación es distinta ahora para Iglesias, y Pedro lo sabe. El globo morado está cada vez más desinflado, menos soportado por votantes y más dividido internamente. La última discrepancia ha sido la de Teresa Rodríguez, quien, con toda la razón, por cierto, ha criticado la fórmula de la consulta a las bases de cara a si se desea un pacto de gobierno con el PSOE. Teresa se ha negado a participar en ese circo porque sabe que el resultado está ya cincelado en roca: Iglesias busca proyectar un apoyo mayoritario de la militancia y transmitir su posición de fuerza a todos los Iznogouds que quieren ser califa en lugar del coletas.

Da un poco de penita, Pablo, en verdad, mendigando un pacto de gobierno con quien no lo quiere ni regalado, comparando currículos vitae con el presidente del gobierno, acusando al PSOE de vetarlo "por ser vos quién sois" y de haber cedido a las presiones de los bancos. La misma penita que da Gabriel Rufián con su carita partida como el corazón de Alejandro Sanz ante el horizonte de unos nuevos comicios que pongan en riesgo su complicada posición negociadora: cada vez están más cerca la sentencia del procés y el procesamiento de Torra por desobediencia. El indulto se paga cada vez más caro.

Concluyendo: al final Pedro Iglesias ha cambiado las tornas con Pablo Sánchez: mientras que uno se asemeja a un okupa a la intemperie el otro ha esa decretado la orden que tan famosa hizo Lewis Carroll: "¡Que le corten la coleta!".

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