Mientras unos utilizan estratégicamente en clave electoral las medidas enfocadas supuestamente a paliar los contagios derivados del coronavirus -ahora en su variante ómicron-, otros muchos ciudadanos de a pie intentamos por todos los medios posibles salir ilesos del laberinto en el que nos tienen inmersos determinados dirigentes políticos que, subidos en esa sexta ola tan contagiosa pueden llegar a ser capaces de cambiar sin pudor alguno nuestra salud por una ración de calamares fritos.

Fíjense como está la cosa que ahora parece que los discursos salen mejor cocinados desde las barras de los bares y tabernas que desde los lugares consagrados para ello. Por lo visto la cultura popular se consume mejor ante una buena tapa de menudo y una cerveza tipo Pilsen de sabor suave y aroma afrutado.

La otra cultura, la de nuestros escritores, literatos, comediantes, músicos, bailarines y titiriteros de cachiporra entre otros, tan solicitados en épocas de urnas y papeletas, mejor obviarlos porque son gente a las que repudian clérigos y soldados, enojan a políticos y usureros, son de verbo maligno, y mal viven de sus artes perniciosas según un dicho conocido que cuelga en los recibidores de alguna que otra casa. Pero ante tanto despiporre cortesano frente a los ojos del gran público, hay una parte importante de la población que nos está dando lecciones de comportamiento, de solidaridad, de empatía y de todo lo bueno que ustedes quieran añadir ante la plaga pandémica que estamos sufriendo y padeciendo desde la primavera de 2020.

Nuestros niños y niñas están demostrando mucha más madurez y entereza que esa minoría de descerebrados negacionistas que no dudan en poner en peligro sus vidas, y lo que es peor, la vida de los demás. Por eso cuando determinados dirigentes políticos hacen caso omiso de las premisas que imparten las autoridades sanitarias, no puede uno por más que considerarlos de facto en negacionistas impropios de ser nuestros representantes en foro público alguno.

Los más pequeños de cada casa están siendo disciplinados, cuidadosos, cumplidores, aplicados y buenos ciudadanos en circunstancias tan delicadamente virulentas. Ojalá los mayores aprendamos de nuevo a comportarnos como niños.

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