Análisis

manuel amaya zulueta

De más que un club a un club más

Pasar de ser más que un club a ser un club más que se bambolea en la funambulería de la Primera división. En eso se ha convertido un equipo que jugó el mejor fútbol del planeta de la pelota durante muchos años. Que quede constancia que mi única patria futbolera es la de la bandera amarilla; pero tras el mustio espectáculo que ofreciese ayer el club que fuere de, pásmense con el listado: Kubala, Cruyff, Maradona, las 4 erres (Ronaldo, Rivaldo, Romario y Ronaldiño), Xavi, Iniesta, Puyol, Neymar y, finalmente, Messi, ahí es nada, cualquier cosa, estimo se impone una brevísima reflexión sobre el FC Barcelona en estas páginas que son y seguirán siendo territorio del Glorioso exclusivamente; mas difícilmente un amante del fútbol puede soslayar el lamentable estado al que ha llegado la que se constituyó en la espina dorsal de España desde 2008 a 2014, gracias a la cual la Roja conquistó dos Copas de Europa, y un Mundial; tampoco eso es excremento nasal de plumífero navideño. ¿Cómo, además se ha podido llegar a esta situación de hace unas horas en el abarrotado Carranza, donde el Glorioso estuvo a punto de ganarle, especialmente tras la expulsión del joven holandés F. de Jong y la torpeza de un Cádiz CF que a menudo se atropella, no impone pausa a los partidos y al que le arde el balón en los pies cuando tiene el partido casi ganado? Revísense los pésimos, inocentes centros angelicalmente regalados a las gigantescas manos de Ter Stegen.

Porque, sin un Barça grande y sin Cristiano la liga española va coja; lo mismo que ocurriría con un Madrid debilitado y que está empezando a demostrar que sin Zidane es mejor, una paradoja más del mundo loco de la esfera codiciada por 22 jóvenes en calzoncillos, pues el marsellés ganó 4 Champions sorprendentemente, forjando leyenda en Europa.

Entre los indepes (qué coño querrán éstos, si, a pesar de las muchas carencias que presenta nuestra España, yo continúo pensando que, a pesar de los pesares, vivimos en el mejor de los mundos posibles), que intentan a todo trapo convertir al Barça en un comodín político al que llegan a utilizar según convenga y que ningún presidente, desde que se fue Núñez, no sólo no ha impedido, sino que ha repetido o, incluso acentuado, conducta tan escorada y alejada del fútbol puro, suponiendo que este adjetivo sea aplicable a este deporte incomparable y loco. Entre los indepes, repito, que con su ceguera de futuro han conseguido que tantos españoles hayan vuelto la cara hacia otra parte y la pésima gestión económica de los últimos años este equipo español se ha ido a pique. Sí, español, porque juega en España y es de una ciudad española y maravillosa, la misma que eligiera Pablo Ruiz para empezar a deslumbrar al mundo de la pintura universal y nos regalara la delicadeza romántica del más inspirado (ojo, no digo el más grande, pues ese es el Falla de Plaza Mina) de nuestros músicos, aquel que muriese ahogado por salvar a su mujer cuando viniendo de estrenar Goyescas en Nueva York, un puto submarino alemán hundió el paquebote en que volvía el matrimonio a su patria.

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