Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Hay gente que 'incluso' lo ha visto. El primo de la vecina de mi cuñado, que es taxista, lo ha llevado hasta allí. En El Puerto. Al chalet de Kichi. O sea, que es verdad. Y tanto que es verdad, así se edifican los mitos. Y el chalet de Kichi es el último mito gaditano.

Aquí gustan mucho los mitos, fítetu que el fundador de la ciudad, Hércules, es un mito de Primero de Mitología. Que si lo miras bien es un tipo vestido con un bañador anticuado, un palo y dos leones tiesos que no se avanzan ni nada. Y lo de sus doce trabajos, más que un mito es una maldad: Hércules, tú no eres de Cádiz.

Y es que el mito no es otra cosa que una mentira más tiempo. Dicho de forma más prosaica, un mito es el chorizo de la mentira metido en la manteca del tiempo. Falsedades que han tenido éxito como que los gaditanos nacen donde les da la gana, lo cosmopolita que es nuestra ciudad o que Cádiz es La Habana con más salero (por todos los santos ¡salero! ¿No había otra palabra más cursiquituchi?). En cuanto a lo del chalet, está muy bien pensado eso de hacer creer a la gente que Kichi tiene un pedazo de chalet. Estemos o no en campaña electoral eso siempre es muy eficaz, porque tener un chalet es cosa de derechas. A no ser que seas de derechas. Entonces no importa, entonces va en el currículo. Fíjate que tenemos otro chalet en Cádiz que no es ningún mito, sino muy real: el chalet de Varela, como un Pazo de Meirás en versión gadita. Y todos tan contentos.

Ahora bien, ¿quién es capaz de inventarse algo como el chalet de Kichi? Se me alcanza que se trata de gente capaz de desacreditar al prójimo con el fin de obtener un dudoso rédito, maledicentes habituales, ociosos dados al chismorreo o frustrados entregados a husmear la vida de los demás. El clasismo y la soberbia hacen el resto. ¿Y disfrutan con ello? No lo sé, pero debe entretenerlos una barbaridad.

Eso sí, pasan por alto que los mitos, los auténticos, son esos dioses rescatados de cualquier ruina, a los que les falta un brazo y que suelen tener la nariz rota, una oreja partida o la cara destrozada.

Aún así, siguen siendo dioses.

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